PANCHÉ: UN REY A LA DISTANCIA DE 100 AÑOS
LUIS SÁNCHEZ DEL TORO Fotos: Jorge Luis Guibert García
En
la comunidad de Hicacos, perteneciente al consejo popular de Sevilla, se hace
habitual la presencia enérgica e irreparable de Francisco Estremera Durán, quien
a pesar de llevar una centuria sobre sus espaldas, aún mantiene mucho dinamismo
y deseos de seguir viviendo a la usanza de su estirpe de hombre de campo.
El
pasado 2 de abril, este campesino de pura cepa, nacido en 1916 en la
demarcación de la Constancia,
en la pintoresca región de la Gran Piedra,
festejó sus 100 años de vida en compañía de sus familiares más allegados,
vecinos y algunos incautos que se asombraban de las energías desbordadas por
Francisco a estas alturas del Siglo XXI.
Panché,
como popularmente es conocido este centenario, goza todavía de un buen humor, expresividad y mucha lucidez, que hacen amenos un animado
dialogo por sus interesantes relatos
ligados con los padres, sus 21 hermanos – entre ellos dos de crianzas- su
abuela Isabel y de su abuelo Benigno, este último un puertorriqueño que
combatió en el Ejército Libertador bajo las órdenes del Mayor General Antonio
Maceo Grajales.
Recuerda
sus años de infancia en un humilde hogar de origen campesino, que lo obligó
desde muy temprana edad a laborar la tierra, conocer el monte y desentrañar las
riquezas de la naturaleza. “Yo era el cuarto de mis hermanos y eso me obligó a
trabajar para ayudar al sustento de la familia y contribuir a lidiar la pobreza
y otros problemas que sufríamos en carne propia la gente de la montaña y que
eran necesarias erradicar.
“Por
eso me incorporo a la lucha revolucionaria en la Sierra Maestra, como integrante
de la Columna
9 “Enrique Hart” perteneciente al III Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, dirigido
por el Comandante de la
Revolución Juan Almeida Bosque, hasta licenciarme del
Ejército Rebelde en la provincia de Camaguey
en 1962”.
Una
nueva vida le ofrece el destino a Panché,
quien regresa a su terruño incorporándose a la Empresa Forestal Gran Piedra,
dirigida por Mario García. “Allí, específicamente en la zona de La Favorita conseguí una
gran crianza de pollos, en tanto me dedicaba en mis tiempos libres con una
vieja escopeta a cazar jutías en las noches, y también encaramado en los
árboles a los perros jíbaros que acechaban los animales domésticos”.
Muchos
lo identifican como “El rey de la montaña”, según lo reconoció una edición del
periódico Sierra Maestra; en esa oportunidad se hacía alusión a sus dotes de
cazador de cocodrilo, a lo que Panché contestó jocosamente “cocodrilos, aquí en
la Gran Piedra, nunca los vi y tampoco los cogí, yo lo que
acosé mucho fue a los perros jíbaros y a las jutías, fíjate que donde ponía el
ojo también ponía la bala”.
La
felicidad de este hombre se integra a su ejemplo personal, que le entregó a una
familia muy unida, donde sobresalen sus 13 hijos, de ellos seis hembras, 49
nietos y 81 biznietos, además de sobrinos, primos, etc. Con mucho orgullo habla de la formación
revolucionaria de sus parientes, a la vez
que reconoce la longevidad de sus ascendientes, entre ellos su abuela y
su mamá que fallecieron a los 106 y 105 años, respectivamente.
Manifiesta
no ser partidario de las novelas y si muy seguidor de las Mesas Redondas y el
Noticiero de la Televisión
para que nadie le cuente nada. “Ahora mismo con la visita de Obama debemos de
estar alertas, a los americanos los conozco bien ya que trabajé con ellos en
las minas de Vinent, con solo 11 años, cuando te pagaban una tonelada del
mineral en un peso, lo único que digo es lo que afirmó el Che … al imperialismo
ni un tantico así.”
Su
vida en la comunidad transcurre normal, manteniéndose como miembro de la Asociación de
Combatientes de la
Revolución Cubana. Del siglo consumado en su vida habla con
satisfacción y manifiesta que al ritmo que va piensa sumar al menos cinco más a
su almanaque, ya que como dijera el cantautor Silvio Rodríguez, a la distancia
de 100 años resucita “El rey de la montaña”.