viernes, 15 de marzo de 2013

Una aceptable actuación de Cuba






*Esperemos que vengan tiempos mejores y con manager menos paranoicos

La selección cubana tuvo una actuación aceptable en el III Clásico Mundial de Béisbol, pero evidenció que ha descuidado algunos elementos de ese deporte,  el miembro de la Comisión Nacional Frángel Reynaldo y los periodistas Sigfredo Barros y Michel Contreras.
En su opinión, los peloteros cubanos derrocharon combatividad, coraje y deseos de ganar, pero eso no basta.
El punto más alto del plantel fue el bateo; sin embargo, con el toque de bola no se puede contar, faltó una estrella del pitcheo, y el cuerpo de relevistas mostró debilidad. En general, cometieron demasiadas inexactitudes, sobre todo frente a Holanda, que se ha convertido en el verdugo de los representantes de la mayor isla de las Antillas.
Actualmente, Holanda es mejor que Cuba, al contar con un equipo que tiene mucho oficio, calidad individual y muy buen mánager, un conjunto que aprovecha todas las oportunidades.
Una verdad que duele
El béisbol cubano ya no es el mejor del mundo, hay que admitirlo, por lo que urge actualizar los métodos de preparación y las técnicas y ponerse a tope.
Nos falta ganar el juego que no se puede perder, se afirmó en la Mesa Redonda, en alusión a que en los últimos 6 años Cuba ha perdido varias finales de lides internacionales de béisbol.
Hace falta recuperar las competencias municipales para aprovechar el talento de miles de niños y adolescentes, suministrar implementos, incrementar la literatura beisbolera y las transmisiones televisivas de pelota profesional.
Ya existe un proyecto nacional para desarrollar el béisbol desde las edades tempranas, y en septiembre próximo abrirá en La Habana una escuela nacional de directores de equipo.
La realidad es que el nivel del Clásico Mundial se ha elevado, ya no hay selecciones débiles y así lo han demostrado Italia, España y Brasil.

“¡Perdimos porque perdimos!”, dijo el manager Víctor Mesa Martínez, en la conferencia de prensa que cerró la actuación de Cuba en el III Clásico Mundial de Béisbol (CMB).
Sin embargo según los especialistas y comentaristas aquí van algunos deslices:

En ese desafío contra Holanda hubo tres elementos determinantes: jugadores que no respondieron en el momento crucial a la defensa y la ofensiva, discutible manejo del juego por parte de Víctor y un rival Naranja menor errático.
En el temprano segundo inning Frederich Cepeda Cruz fue sorprendido en un intento de estafar la intermedia, con Alfredo Despaigne Rodríguez en el conteo de tres y dos (a la postre boleto). ¿Robar con Cepeda? 
Al  lanzador Vladimir García Escalante le  conectaron tres imparables, dio un pelotazo y soportó dos rayitas; aunque en dos lances por el campo corto Erisbel Arruebarruena no muy estuvo preciso.
En el cuarto, el mismo Cepeda Cruz –muy seguro en el torneo- bateó para doble play y rompió un instante ofensivo clímax, en el que Gourriel Castillo abrió con tubey y José Miguel Fernández lo remolcó con sencillo. Falló el bueno a la hora bueno; luego José Dariel Abreu  conectó jonrón  en solitario. Pese a eso se igualó 2-2 el encuentro.
Los europeos volvieron a activar la registradora en el final de ese episodio con la complicidad de la defensa cubana, que regaló dos anotaciones sin apenas un hit del contrario. Primero Arruebarruena optó por buscar un out por la antesala y convirtió un lance en fielder´s choice, cuando la jugada indicada era sacar en la inicial; luego Yulieski Gourriel Castillo se quedó “pasmao” y no cubrió un tiro del receptor a tercera para tratar de impedir un arriesgado robo. Error y carrera anotada ¿Dormido el Yuli o desconcentrado?  Con dos debajo en el quinto, Víctor quemó las naves con su habitual cambia-cambia; se quedó sin banco, aunque consiguió igualar las acciones. ¿Cuestionable la maniobra del técnico? Sí, desde el punto de vista estratégico; aunque ninguno de los cambios influyó en la derrota. (Realmente esta alineación a partir de aquí -Bell, Yulieski, Fernández, Cepeda, Abréu, Despaigne, Tomás, sin Eriel y con González- con algún reacomodo interno puedo aportar mayores dividendos).
Después sobrevino una calma. Holanda nos regaló un séptimo inning en el que conectó tres imparables pero se fue en blanco, en lo que tuvo mucho que ver un hombre cogido robando. Inflados por el scone reaccionamos en el octavo a puro bate para tomar el mando 6-4. Y cuando estábamos a ¡cuatro outs de San Francisco!, se apareció Andrelton A. Simmons y conectó cuadrangular de dos carreras a Norberto González para poner la pizarra 6-6.
¿Fue prudente dejar tanto tiempo en el box al zurdo? No. Hasta ahí González  había tirado 3,1 innings de leyenda –casi impecables-  y  exigirle una sobre dosis resultaba temerario. Todos sabemos que él para este nivel no pinta para más de tres vueltas por la Lomita de los Martirios. Así se pagan los riesgos.
En el noveno volvimos a tener una brecha para colarnos y poner contra la pared a los holandeses; pero Gourriel Castillo –después de batear un buen hit y robar segunda- no supo apreciar las bondades de un batazo al izquierdo, conectado por el zurdo Fernández, y se quedó tiritando en la antesala. ¿Podía anotar Yulieski? Sí.
 Acto seguido Cepeda volvió a fallar (ponche), con corredores por las esquinas y Abréu cedió en elevado.
Con todos estos desaciertos Cuba todavía estaba con vida. González volvió a encaramarse en el montículo y sacó el importante primer out del noveno; pero inexplicablemente Víctor lo extrajo del box. ¿Por qué ahora? ¿Para no correr los mismos riesgos que en la entrada anterior o fue otro de esos “luminosos” arranques de Serie Nacional? Por fortuna la decisión no influyó de manera directa en lo que estaba por suceder.  La piedra que desfondó el saco fue un costoso error de Gourriel Castillo. 
Yander Guevara Morales lanzó para dominado (era el segundo out); pero el Yuli (una y otra vez como una fantasma en los momentos cruciales) pifió una rolata que abriría el camino de la desesperación para los cubanos. Yander soportó un sencillo, Víctor se deshizo de él y perdió el rumbo en una apuesta por el novel Raicel Iglesia, una fórmula recurrente solo justificable por la poca profundidad del staff. Fin de la historia.

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