PANCHITA, MÁS JOVEN QUE MAÑANA
*Francisca Muñoz Vera, quien en las históricas montañas de su natal
Ti Arriba, festejó sus 103 años
LUIS SÁNCHEZ DEL TORO Fotos: Jorge Luis Guibert
Así dice sentirse Francisca Muñoz Vera,
una mujer serrana que el pasado 25 de agosto celebró sus cumpleaños 103 en su
natal comunidad de Ti Arriba, municipio de Songo-La Maya, rodeada de hijos,
nietos, biznietos, vecinos y del ambiente campestre al cual nunca renunciará
porque conoció en él los verdaderos tesoro de la vida.
En este histórico sitio nací en 1909,
comenta con extraordinaria lucidez en su memoria, además crecí, me casé y tuve
mis nueve hijos, de ellos tres hembras, siempre en compañía de mi marido. Por
estos sitios conocí la pobreza, el hambre, la miseria y todos esos males que
acompañaban permanentemente a los hombres y mujeres del campo antes del triunfo
de la Revolución,
el Primero de Enero de 1959.
El diálogo con Panchita, como
cariñosamente la conocen todos por allá, es fluido, coherente y claro lo que
sorprende y deja estupefacto a cualquier interlocutor. Su trayectoria a través
de esos años acumulados son imposibles resumir en dos o tres cuartillas, donde
pudiéramos destacar su intenso quehacer como recogedora de café en diferentes
regiones de la antigua provincia de Oriente, o como lavandera y cocinera para
ganarse la vida y aportar a la crianza de sus hijos.
Fueron tiempos muy difíciles, afirma
Panchita, de muchos sacrificios en todos los aspectos de la vida y
caracterizado por un riguroso y explotador trabajo, sin embargo mírame bien,
aquí estoy viva y fuerte todavía, por eso me pregunto que quién inventó eso que el trabajo mata, ya
que si fuera de esa manera no hubiera llegado ni a los 20 años, porque empecé
muy temprano a trabajar.
Esta centenaria mujer aún mantiene una
vitalidad sorprendente, que le permite disfrutar de un buen juego de pelota o
un programa de la televisión, escuchar
la radio o participar en un animado partido de barajas, además de coser,
escribir y hasta leer sin espejuelos porque con mucho orgullo afirma, “nunca
los he usado para nada”.
Se dice sentir fuerte a pesar de llevar sobre sus hombros más de una centuria,
y no oculta que en algunas ocasiones siente dolores en sus piernas, sin embargo
su acompasado andar siempre en compañía de su bastón es ágil y seguro. “Los
años no perdonan y con sinceridad puedo decir que no me siento cansada. Nunca
he sido enfermiza y solo en dos veces estuve hospitalizada a causa de una
operación de la hernia”, comenta con presunción Panchita.
Considera a la demarcación de Ti Arriba
como lo máximo, allí se multiplican sus deseos por continuar viviendo, ya que
se alimenta del aire puro de las mañanas, las cálidas noches favorecidas por la
corriente eléctrica que alumbran el caserío, el olor característico del campo
cubano, además de las delicias de una adecuada alimentación preferentemente con
vegetales y frutas, sin descartar bien
temprano un delicioso té de anisón o de otra planta medicinal.
“El pasado año estuve en la ciudad de
Santiago de Cuba donde compartí con mis otros hijos y familiares. Allí cumplí
una breve estancia para volver nuevamente a este histórico sitio donde nací y
finalmente descansaré cuando llegue la hora.
“Continuaré siempre aquí rodeada de una
numerosa familia entre los que sobresalen mis nueve hijos, más de 30 nietos y
cerca de 50 biznietos, además de los vecinos y otras personas que me quieren, y
con quienes compartí este cumpleaños, ah, y desde ya los estoy invitando a los
104 porque me siento más joven que mañana”, dijo finalmente Panchita con una
amplia sonrisa en los labios.
*Dice sentirse
actualmente Francisca Muñoz Vera, quien en las históricas montañas de su Natal
Ti Arriba, festejó sus 104 años
LUIS SÁNCHEZ DEL TORO Fotos: Jorge Luis Guibert
Así dice sentirse Francisca Muñoz Vera,
una mujer serrana que el pasado 25 de agosto celebró sus cumpleaños 103 en su
natal comunidad de Ti Arriba, municipio de Songo-La Maya, rodeada de hijos,
nietos, biznietos, vecinos y del ambiente campestre al cual nunca renunciará
porque conoció en él los verdaderos tesoro de la vida.
En este histórico sitio nací en 1909,
comenta con extraordinaria lucidez en su memoria, además crecí, me casé y tuve
mis nueve hijos, de ellos tres hembras, siempre en compañía de mi marido. Por
estos sitios conocí la pobreza, el hambre, la miseria y todos esos males que
acompañaban permanentemente a los hombres y mujeres del campo antes del triunfo
de la Revolución,
el Primero de Enero de 1959.
El diálogo con Panchita, como
cariñosamente la conocen todos por allá, es fluido, coherente y claro lo que
sorprende y deja estupefacto a cualquier interlocutor. Su trayectoria a través
de esos años acumulados son imposibles resumir en dos o tres cuartillas, donde
pudiéramos destacar su intenso quehacer como recogedora de café en diferentes
regiones de la antigua provincia de Oriente, o como lavandera y cocinera para
ganarse la vida y aportar a la crianza de sus hijos.
Fueron tiempos muy difíciles, afirma
Panchita, de muchos sacrificios en todos los aspectos de la vida y
caracterizado por un riguroso y explotador trabajo, sin embargo mírame bien,
aquí estoy viva y fuerte todavía, por eso me pregunto que quién inventó eso que el trabajo mata, ya
que si fuera de esa manera no hubiera llegado ni a los 20 años, porque empecé
muy temprano a trabajar.
Esta centenaria mujer aún mantiene una
vitalidad sorprendente, que le permite disfrutar de un buen juego de pelota o
un programa de la televisión, escuchar
la radio o participar en un animado partido de barajas, además de coser,
escribir y hasta leer sin espejuelos porque con mucho orgullo afirma, “nunca
los he usado para nada”.
Se dice sentir fuerte a pesar de llevar sobre sus hombros más de una centuria,
y no oculta que en algunas ocasiones siente dolores en sus piernas, sin embargo
su acompasado andar siempre en compañía de su bastón es ágil y seguro. “Los
años no perdonan y con sinceridad puedo decir que no me siento cansada. Nunca
he sido enfermiza y solo en dos veces estuve hospitalizada a causa de una
operación de la hernia”, comenta con presunción Panchita.
Considera a la demarcación de Ti Arriba
como lo máximo, allí se multiplican sus deseos por continuar viviendo, ya que
se alimenta del aire puro de las mañanas, las cálidas noches favorecidas por la
corriente eléctrica que alumbran el caserío, el olor característico del campo
cubano, además de las delicias de una adecuada alimentación preferentemente con
vegetales y frutas, sin descartar bien
temprano un delicioso té de anisón o de otra planta medicinal.
“El pasado año estuve en la ciudad de
Santiago de Cuba donde compartí con mis otros hijos y familiares. Allí cumplí
una breve estancia para volver nuevamente a este histórico sitio donde nací y
finalmente descansaré cuando llegue la hora.
“Continuaré siempre aquí rodeada de una
numerosa familia entre los que sobresalen mis nueve hijos, más de 30 nietos y
cerca de 50 biznietos, además de los vecinos y otras personas que me quieren, y
con quienes compartí este cumpleaños, ah, y desde ya los estoy invitando a los
104 porque me siento más joven que mañana”, dijo finalmente Panchita con una
amplia sonrisa en los labios.
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