viernes, 6 de diciembre de 2013

7 de Diciembre




117 ANIVERSARIO DE LA CAÍDA EN COMBATE DEL TITÁN DE BRONCE

   
Muere el Mayor General Antonio Maceo Grajales, a los 51 años de edad, en plena madurez de su acción y pensamiento. Su muerte que resultó un duro golpe para los cubanos y para la causa de la libertad de Cuba, definida por Gómez en la carta de pésame a María Cabrales:
“… Con la desaparición de ese hombre extraordinario, pierde usted al dulce compañero de su vida, pierdo yo al más ilustre y al más bravo de mis amigos y pierde en fin el ejército libertador a la figura más excelsa de la Revolución.”
   Durante periodo republicano el pueblo cubano no dejó de rendir homenaje al ilustre prócer. Vale señalar parte del discurso pronunciado en el club San Carlos de la ciudad de Santiago de Cuba, al iniciarse la semana maceista, el 8 de junio de 1945:
“La República va a conmemorar, debido a una admirable iniciativa del Congreso, el Centenario de Maceo. Esta ciudad ha de ser la primera en los homenajes”.
   Maceo llegó a San Pedro Arriba el 6 de diciembre de 1896, donde aguardan la llegada del Lugarteniente General los regimientos Santiago de las Vegas, Goicuría, Calixto García y Tiradores de Maceo, con sus jefes respectivos; unos 450 hombres en total al mando del coronel Sánchez Figueras, jefe de la Brigada Sur.
     Rápidamente marcha con entre 40 y 60 hombres hacia San Pedro, pero tan descuidadamente que permiten a la vanguardia de una columna española al mando del comandante Cirujeda, localizar su campamento. Allí irrumpieron los guerrilleros de Peral el 7 de diciembre cerca de las tres de la tarde, despertando a Maceo al escuchar el estampido del fuego de los fusileros.
     Según la carta que envió el Dr. Zertucha al mayor general Máximo Gómez, el 12 de septiembre de 1899:
"... Ensilló él mismo su caballo, tarea que nunca confió a nadie, y ordenó que buscasen a un corneta que llamara a las fuerzas cubanas a concentrarse para el contraataque. Pero el corneta no apareció"
    Los jefes y oficiales mambises pasaron rápidamente a la contraofensiva y ante la energía y empuje de la tropa de Maceo, los españoles sufrieron 28 bajas, retirándose tras una cerca de piedra al oeste del campamento. Desde allí se defendieron descargando un nutrido fuego sobres las tropas mambisas, por lo que Maceo quiso desalojar al enemigo y obligarlos a salir hacia un potrero cercano.               Esta acción fracasó y los cubanos fueron inmovilizados. Se creó entonces una situación táctica muy grave para los mambises con un armamento que no les permitía entablar un combate de posiciones.
    Desechando la alternativa de una retirada, Maceo se dirigió machete en mano hacia un punto estratégico del campo de batalla, viendo como una cerca de alambre detenía su avance. Expuesto al nutrido fuego de línea proveniente de la cerca de piedras, situada a unos 80 metros más o menos, dijo al brigadier Miró: "Esto va bien".
   En su carta a Gómez, el Dr. Zertucha cuenta:
    "Apenas hubo acabado de decir el General Maceo las anteriores palabras, cayó por el lado izquierdo de su caballo como herido de un rayo lanzando su machete hacia adelante a considerable distancia.   Tras él caí yo: lo encontré sin conocimiento; un arroyo de sangre negra salía por una herida que tenía al lado derecho de la mandíbula inferior, a dos centímetros de la sínfisis mentoniana. Introduje un dedo en su boca y encontré que estaba fracturada la mandíbula.
    “A los dos minutos a lo más tarde de ser herido, murió en mis brazos y con él cayó para siempre la bandera."
    El proyectil había penetrado por el lado derecho de la cara, rompiendo la carótida y saliendo por la parte izquierda del cuello.   Tras desplomarse, lo incorporaron de nuevo sobre su montura y es alcanzado entonces en el tórax por otro impacto, bala que también mata al caballo que arrastra a Maceo al suelo.
    Miró y el coronel médico Zertucha se desploman moralmente y salen aterrados de la escena. Se retira también el brigadier Pedro Díaz y el cuerpo sin vida del Mayor General Antonio Maceo, segundo jefe del Ejército Libertador, queda solo en aquellos matorrales a merced del enemigo.
    Panchito Gómez Toro, su ayudante, que por estar herido quedó en el campamento, sale, con un brazo en cabestrillo y prácticamente desarmado, en busca del cadáver de su jefe. Resulta blanco fácil de las armas españolas. Herido, debilitado por la sangre que pierde, trata de suicidarse para que no lo cojan vivo, pero antes quiere escribir una nota a sus padres y hermanos para explicarles la decisión. No puede concluir el mensaje. Uno de los guerrilleros de Peral lo remata con machetazos en la cabeza.
    El comandante Cirujeda no sospechó siquiera que Maceo había muerto en San Pedro, pues la propaganda española lo daba como cercado en Pinar del Río. Un grupo de valientes, encabezados por Juan Delgado, pudo recobrar los cuerpos del Lugarteniente General y de su ayudante. Tampoco están claras las circunstancias en que lo consiguieron. Los cadáveres fueron enterrados secretamente en la finca El Cacahual, cerca de Santiago de las Vegas, donde se levanta un complejo monumental que fue inaugurado el 7 de diciembre de 1900 y desde entonces su razón de ser ha sido honrar la memoria de los dos bravos guerreros cubanos.
    El  Mayor General del Ejército Libertador, fue considerado todo un maestro en el empleo de la táctica militar fue combatiente por excelencia y jefe de elevado prestigio. Como guerrero incansable, se calcula que intervino en más de 600 acciones combativas, entre las que se cuentan alrededor de 200 combates de gran significado. Su cuerpo estaba marcado por 26 cicatrices de guerra, de las cuales recibió 21 en la contienda del 1968.
    Por el ímpetu y bravura con que enfrentó al enemigo, y por su talla como hombre integral, pasó a la historia como el Titán de Bronce. En febrero de 1878 dio respuesta contundente a quienes gestaban el Pacto del Zanjón al librar los victoriosos combates de Llanada de Juan Mulato y San Ulpiano. El 15 de marzo de 1878 se entrevistó con el general español Arsenio Martínez Campos, en Mangos de Baraguá, hecho recogido en la historia como la Protesta de Baraguá.
   Cae en combate el 7 de diciembre de 1896 en San Pedro, provincia de La Habana. Sus restos descansan en el monumento de El Cacahual.

                           Síntesis biográfica
    Antonio de la Caridad Maceo Grajales nació el 14 de junio de 1845 en la otrora calle Providencia No 16, hoy Calle Los Maceos No 207, Santiago de Cuba, hijo de Marcos Maceo y Mariana Grajales Coello. La existencia de algunas propiedades en Majaguabo motivó la confusión de otorgar a este sitio la cuna del héroe; sin embargo documentos probatorios confirman el nacimiento de Antonio en la casa situada en la Calle Los Maceo no. 207 de Santiago de Cuba. Sus padres educaron a los 13 hijos sobre fuertes normas de disciplina, amor filial, trabajo, pulcritud en el vestir y el pensar, cortesía, respeto a los mayores, honestidad, solidaridad, valentía, tenacidad y patriotismo.
    Su infancia y juventud transcurrió en el cuartón rural de Guaninicún de Lleonart, en el partido de San Nicolás de Morón y en el barrio humilde de Santo Tomás, en las afueras de la ciudad. Inició los primeros estudios en clases privadas pagadas por su padre -si bien no rico- propietario de una finca de nueve caballerías.
Su juventud transcurre en la región montañosa de Majaguabo, donde la familia tenía propiedades y en 1862 se hace cargo de administrar las ventas de las cosechas en Santiago de Cuba.  Su hermano Justo Regüeiferos comparte con él tales responsabilidades y el traslado de los frutos.
    El 16 de febrero de 1866, en la iglesia parroquial de San Luis, Oriente, contrae matrimonio con María Magdalena Cabrales Fernández. De la relación no hay descendencia.

                        Guerra de los Diez Años
    Se incorporó a la Guerra del 68 dos días después de comenzada, el 12 de octubre, en Majaguabo, junto a sus hermanos José y Justo. Su primer jefe fue el Capitán Juan Bautista Rondón, junto a quien combatió ese mismo día en Tí Arriba. Por su coraje y decisión lo ascienden a Sargento. 
    El 20 de octubre de 1868 fue ascendido a Teniente, y el 12 de noviembre de 1868 a capitán abanderado.[5] Participó en las acciones de El Cobre, El Cristo, Jiguaní, Cupeyales, Samá y en la toma de Mayarí. En 1869, bajo las órdenes del mayor general Donato Mármol, jefe de la División Cuba, combatió en El Salado, Majaguabo Arriba, Maniabón, Baitiquirí, Arroyo Blanco, La Sidonia y Palmarito, entre otros.
     El 16 de enero de 1869 fue ascendido a Comandante y diez días más tarde a Teniente Coronel. El 14 de mayo de 1869, durante el ataque a San Agustín de Aguarás, vio caer a su padre, el Sargento Marcos Maceo.  Pasados 6 días recibió su primera herida de guerra en la acción del ingenio Armonía, donde una bala le atravesó un muslo.
Cuando el Mayor General Máximo Gómez reorganizó la División Cuba (2 División 1 Cuerpo), en julio de 1870, le confió la jefatura del 4 Batallón. El 2 de octubre de 1870 el enemigo atacó su campamento de Majaguabo y resultó herido de gravedad. Entre los combates de ese año se destacaron los de Santa Rita, La Redonda, Barigua, El Mijial, Pinalito, Tí Arriba, Barajagua, Nuevo Mundo (12 de diciembre de 1870), donde también fue herido.
     Desde principios de julio de 1871 acompañó a Gómez en la preparación y realización de la invasión a Guantánamo y la ulterior campaña en esa región. En ese año sobresalieron los combates de La Galleta, La Estacada, Cafetal de La Indiana, donde salvó la vida a su hermano José; Oasis, Las Arenas, Yarayabo, Camarones, Monte Líbano, Tiguabos, Santa Catalina y Jutinicú. El 15 de octubre de 1871, Gómez lo designó jefe de operaciones de Guantánamo.
    El 22 de marzo de 1872 fue ascendido a Coronel, reconociéndosele la antigüedad con fecha 30 de octubre de 1871. El 8 de junio de 1872 sustituyó provisionalmente a Gómez en el mando de la División Cuba, el cual entregó al Mayor General Calixto García el día 20, quedando segundo jefe.
    Entre los combates de 1872 se encuentran los de Jamaica, Arroyo Blanco, Santo Domingo, Rejondón de Báguanos, El Yanal, Samá, Casanovas, Santa Fé (2 de noviembre), donde fue herido; Peladero, y el ataque a Holguín. El 8 de junio de 1873, dos días después de haberse destacado en el combate de El Zarzal, recibió el ascenso a General de Brigada. En esos momentos era jefe de la 2 División del 1 Cuerpo, bajo las órdenes de Calixto García. A continuación estuvo en los encuentros de El Purial, Santa María de Ocujal (Copo del Chato), Cuatro Caminos de Chaparra, Manzanillo y Santa Rita. El 9 de enero de 1874 participó en el combate de Melones.
     El 4 de febrero de 1874 fue designado jefe de las fuerzas villareñas integrantes del contingente invasor, las cuales aún se mantenían en Camagüey. Al frente de ellas se destacó en los combates de Naranjo-Mojacasabe y Las Guásimas, así como en los ataques a San Miguel de Nuevitas y Cascorro, y la acción de Camujiro. Por exigencia de los propios villareños debido a los prejuicios regionales y sociales, se vio obligado a renunciar el 14 de julio de 1874. Después de combatir sin mando en Caobillas, el 30 de septiembre de 1874, desde las tierras camagüeyanas regresó a Provincia de Oriente para hacerse cargo del mando de la División Cuba (2 División 1 Cuerpo).
    En diciembre de 1874 libró las acciones de Ramón de las Yaguas, Tí Arriba y La Yuba. En abril de 1875 dio muestras de madurez política y disciplina al rechazar la propuesta de sumarse a la sedición de Lagunas de Varona. En ese propio mes recibió el mando de la 1 División 1 Cuerpo, que abarcaba las regiones de Bayamo, Manzanillo, Holguín y Jiguaní, lo que lo hizo asumir interinamente el mando de la provincia oriental. Durante ese año combatió en Sabanilla, El Manco, Bayate, La Crimea, Cruces, fuerte del Guaso, Yateras, La Redonda y Caimanera.
   El 14 de septiembre de 1875 cruzó la trocha que los españoles habían levantado en la región del Cauto, para librar el combate de Mayarí Arriba cuatro días después. Desde agosto hasta el 23 de enero de 1876 se mantuvo al frente del 1er Cuerpo oriental en sustitución del Mayor General Modesto Díaz, quien había sido nombrado en el cargo; pero no había asumido el mando. En ese año le siguieron las acciones de Pedernales, Fray Benito, Guabajaney, Yabazón Abajo, así como la toma de Sagua de Tánamo y de los caseríos de Cedro, Juan Díaz y Zabala. El 23 de diciembre de 1876 inició la Campaña de Baracoa con la acción de Sabanilla. En 1877 se destacaron los combates de Duaba, El Purial, Los Indios, La Caoba, Hato del Medio y Sabana del Cayo.
    El 6 de mayo de 1877 fue ascendido a Mayor General. En ese mes se opuso enérgicamente a los sediciosos de Santa Rita. El 6 de agosto de 1877 recibió seis heridas de bala en el combate de Mangos de Mejías, que lo mantuvieron un tiempo en sumo estado de gravedad.  Cuando la revolución atravesaba una profunda crisis política, sólo la división bajo su mando opuso firme resistencia a la ofensiva desatada por los españoles desde noviembre de 1877. A comienzos de 1878 reprimió a los amotinados creadores del Cantón Independiente de Holguín. En febrero dio respuesta contundente a quienes gestaban el Pacto del Zanjón al librar los victoriosos combates de Llanada de Juan Mulato y San Ulpiano.

                    
Protesta de Baraguá
   El 15 de marzo se realizó la entrevista entre los generales Antonio Maceo y Arsenio Martínez Campos en Mangos de Baraguá.
El general Martínez llegó conducido por José Cefí Salas y después de realizar su presentación y la de sus acompañantes, pronunció breves palabras de introducción a la conferencia. Por su parte, el general Maceo presentó a sus acompañantes y de inmediato comunicó a Martínez Campos que no estaban de acuerdo con el pacto firmado, ya que con el mismo no se lograba la independencia de Cuba, ni la abolición de la esclavitud. Posteriormente hablaron el general Manuel Calvar y el doctor Félix Figueredo, quienes reforzaron los planteamientos hechos por Maceo. Seguidamente Martínez Campos replicó:
   Pero es que ustedes no conocen las bases del convenio del Zanjón. Sí —interrumpió Maceo— y porque las conocemos es que no estamos de acuerdo.
    Martínez Campos trató de leer el documento, pero Maceo no se lo permitió al plantearle:
    Guarde usted ese documento, que no queremos saber de él.
    Como resultado de la conferencia, se acordó que volverían a romperse las hostilidades y se estableció para ello un plazo de ocho días con el fin de que las tropas ocuparan los territorios designados.    El capitán, Fulgencio Duarte, que había presenciado la entrevista, exclamó:
¡Muchachos, el 23 se rompe el corojo!.
   Martínez Campos, quien había ido a Baraguá confiado en la facilidad de un arreglo pronosticado por sus confidentes, se retiró moralmente derrotado ante la actitud resuelta y serena de Maceo, líder del pueblo y de la Revolución, dispuesto a seguir luchando hasta vencer o morir.
   Una vez terminada la histórica entrevista, los participantes, en representación del pueblo cubano elaboraron y aprobaron una breve constitución y formaron el Gobierno provisional de Oriente, para continuar la lucha por la independencia de Cuba.
    En el centenario de la Protesta de Baraguá, Fidel Castro valoró la integridad militar y ética de Maceo y dijo:
    Hay que decir que dejó realmente a nuestro pueblo una herencia gigantesca, infinita, con esa actitud [...] con la Protesta de Baraguá llegó a su punto más alto, llegó a su clímax, llegó a su cumbre, el espíritu patriótico y revolucionario de nuestro pueblo; y [...] las banderas de la patria y de la revolución, de la verdadera revolución, con independencia y con justicia social, fueron colocadas en su sitial más alto.

                           Guerra Chiquita
   El 5 de septiembre de 1879, ya comenzada la Guerra Chiquita, lanzó una proclama desde Kingston, junto con Calixto García, llamando a los cubanos a las armas. Después de múltiples gestiones para regresar a Cuba, el 2 de julio de 1880 logró salir de Puerto Plata, República Dominicana, en el vapor Santo Domingo, al frente de 34 expedicionarios. La persecución de una nave española lo obligó a poner rumbo a Islas Turcas, al norte de República Dominicana, frustrándose así su desembarco en Cuba.

                          Tregua fecunda
   A fines de 1880 fue descubierta en Santiago de Cuba la conspiración llamada Liga Antillana destinada a promover un levantamiento armado en Oriente para apoyar el desembarco de una expedición que Maceo, entonces radicado en Jamaica, preparaba con el nombre de La Estrella Solitaria. En junio de 1881 se estableció en Honduras.
   El 20 del propio mes ingresó en el ejército hondureño con grado de General División y ocupó el cargo de jefe de la guarnición de Tegucigalpa. En marzo de 1882 fue nombrado jefe suplente del Tribunal Supremo de Guerra, y en julio de ese año fue designado Comandante de Puerto Cortés y Omoa. De 1884 a 1886 junto a Gómez desarrolló un plan dirigido a una nueva guerra independentista el cual fracasó.
   Enterado en 1884 de que algunos hacendados en Cuba, temerosos de que pudieran afectarse sus intereses particulares si estallaba una guerra, reanimaban la gestión pro anexión de la Isla a Estados Unidos, Maceo escribió desde San Pedro Sula en Honduras, una carta a José Dolores Poyo, director del periódico El Yara, en Cayo hueso, en la que afirmaba:
  "Cuba será libre cuando la espada redentora arroje al mar (a) sus contrarios (...) Pero quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, sino perece en la lucha".
En 1888, Maceo escribió como respuesta a una carta de Martí:
Para lograr ese fin, pienso, pues, con Ud., que debemos desde ahora, y en presencia de los acontecimientos que rápidamente se desenvuelven en Cuba, organizarnos para el día próximo ya, en que cansado el pueblo de sufrir la ignominia de la servidumbre y sin fe en los vergonzosos ideales autonómicos que pregonan hoy muchos de sus hijos y antiguos y siempre queridos amigos nuestros, busque la solución de sus desgracias, y la salvación de su porvenir, en aquellos hermosos campos regados ya, iay!, con la preciosa sangre de tantos mártires y héroes, enarbolando otra vez la gloriosa bandera que alzaron valientes en Yara, Céspedes y Aguilera. Estoy, pues, de acuerdo con vosotros en este punto esencial y, desde luego, os aseguro que cooperaré con vosotros al mayor éxito de propaganda tan fecunda y patriótica.
    El 30 de enero de 1890 llegó a Cuba, autorizado por el régimen español. Durante su estancia en La Habana y en Santiago de Cuba organizó secretamente un plan para un alzamiento que debía producirse el 8 de septiembre de ese año. No obstante, las autoridades españolas lo expulsaron del país el 30 de agosto de 1890, por lo que la conspiración conocida como la Paz del Manganeso, abortó.
   Mientras estaba en Santiago de Cuba, fue invitado a numerosos lugares, y hallándose en un banquete en su honor, uno de los invitados, de nombre José Hernández, expresó su creencia de que Cuba llegaría a estar fatalmente anexionada a los Estados Unidos, y Maceo le ripostó de inmediato con una frase concluyente:
  "Creo, joven, aunque me parece imposible, que éste sería el único caso en el que tal vez estaría yo al lado de los españoles".
   Desde agosto de 1893 comenzó a colaborar con José Martí en lo que posteriormente se conocería como el Plan Fernandina. Tres meses después, en noviembre, estuvo en Cuba clandestinamente, para lo cual desembarcó por Cienfuegos con el pasaporte de su cuñado Ramón Cabrales. Después de permanecer unos días en Santiago de Cuba, se trasladó para La Habana y posteriormente a Cárdenas. A finales del propio mes reembarcó por Cienfuegos.

              Atentado en Costa Rica
    Desde inicios de 1891 Maceo se había radicado en Costa Rica con el propósito inicial de constituir una colonia agrícola integrada por cubanos. Allí podrían encontrar abrigo todos los interesados en continuar la lucha, pues además de ser centro de producción constituiría base de operaciones para sus actividades revolucionarias.        El gobierno español hizo varias gestiones para que el terreno le fuera concedido y de esa forma tenerlo localizado y bajo fuerte vigilancia.
    En la colonia, llamada Nicoya, se reunirían numerosos patriotas cubanos, entre los que se encontraban José Maceo, Flor Crombet y Agustín Cebreco. El propio Martí la visitó en su condición de Delegado del Partido Revolucionario Cubano para coordinar la futura guerra.
     La enérgica réplica realizada por Enrique Loynaz del Castillo desde las páginas del periódico La Prensa Libre a un artículo sobre el bandolerismo que injuriaba a los cubanos, desencadenó la ira de los residentes españoles en San José de Costa Rica, quienes juraron tomar represalias, tanto sobre Loynaz como contra Maceo.
   El Titán de Bronce, gran aficionado al teatro, asistió en la noche del 10 de noviembre de 1894 a la función del teatro Variedades. La representación transcurrió con tranquilidad, pero a la salida del teatro el grupo que acompañaba a Maceo fue atacado a tiros, resultando este herido. Cuando el agresor se disponía a rematarlo, Enrique Loynaz lo derribó de un balazo. Loynaz, ante el revuelo de la colonia española, tuvo que huir en un barco que salía para Nueva Orleáns.

                        Guerra del 95
    El 24 de febrero de 1895 estalla la llamada Guerra Necesaria organizada por José Martí. Importantes jefes militares que se encontraban en el extranjero no pudieron entrar en combate de inmediato, debido a reajustes necesarios debido al fracaso del Plan Fernandina.
      Maceo, quien se encontraba entre estos jefes que no estaban en Cuba en aquel momento, tomó pasaje el 15 de marzo de 1895 en el vapor Adirondack que partió de Puerto Limón, Costa Rica, con rumbo a Nueva York. Lo acompañaban otros 22 expedicionarios, entre ellos el mayor general Flor Crombet, quien fungía como jefe de la expedición.
     Los patriotas desembarcaron en la Isla Fortuna, Bahamas, donde abordaron la Goleta Honor logrando desembarcar por Duaba, Baracoa, el 1 de abril de 1895, pese a las inclemencias del tiempo. Ese día sostuvieron el primer contacto con el enemigo y fueron perseguidos tenazmente. La noticia tuvo tal impacto que al día siguiente la prensa internacional reproducía en un despacho la noticia de la llegada de Maceo.
    Tropas cubanas logran incorporarse al grupo de Maceo y Crombet, hasta que un destacamento de guerrilleros al servicio del ejército español los ataca dispersando a la tropa en pequeños grupos. Una bala quita la vida al general Crombet el día 10 de abril mientras otros jefes mambises caen prisioneros.
    Maceo y su grupo logran escapar, siendo perseguidos por el enemigo pasando múltiples penalidades y caminando a pie 186 km desde el punto de desembarco, hasta que lograron hacer contacto con un campamento cubano en Bella Vellaca, el 18 de abril. Tan mal se encontraban físicamente, que Maceo no fue reconocido en un primer momento y preguntó:
   ¿Tan viejo estoy que no me conocen?
   El 5 de mayo de 1895 tuvo lugar su histórico encuentro con Martí y Gómez en el ingenio La Mejorana, donde se trazó la estrategia a seguir. Maceo quedó al mando de la provincia oriental, dándose a la tarea de organizar sus fuerzas. Después de haber tomado a El Cobre, creó la División 1, en la que puso al frente a su hermano José. Posteriormente se dio a la tarea de organizar la División 2.
    En la campaña que desarrolló en Oriente sobresalieron los combates de Jobito, La Playuela, Sagua de Tánamo, Guabajaney, Yabazón, Fray Benito, Aguas Claras, Unión, Combate de Peralejo, Burenes, Sao del Indio, Jiguaní y San Fernando, y los ataques al tren y vía férrea entre Caimanera y Guantánamo.

                          Invasión a Occidente
     El 18 de septiembre de 1895 fue nombrado lugarteniente general del Ejército Libertador por la Asamblea Constituyente de Jimaguayú.[6] El paso siguiente de los revolucionarios era extender la lucha a las zonas que aún no combatían, es decir, realizar la invasión a occidente.
    El 22 de octubre salió la columna comandada por Maceo desde Mangos de Baraguá, mientras Gómez pasaría a Las Villas directamente desde Camagüey. Ambos llevaban dos objetivos fundamentales:
    Extender la guerra a toda Cuba.
    Destruir toda riqueza que al pagar impuestos le proporcionaba ganancias a España aplicando la tea incendiaria.
Lo mambises realizaron con la invasión la campaña militar más fuerte de todo el combate contra el colonialismo en Latinoamérica. Apenas 4000 insurrectos se enfrentaron a mas de 10 000 soldados regulares de España, en un territorio repleto de pueblos y ciudades, de caminos y fincas bien custodiadas y de solo 105 000 km2 de extensión.
    El 8 de noviembre Maceo cruzó el Río Jobabo para penetrar en el territorio de Camagüey, el cual cruzó en tres semanas. El día 29 sus tropas pasaron la trocha de Júcaro a Morón para reunirse con Máximo Gómez y puntualizar la estrategia a seguir.
     En tierras villareñas libraron juntos las acciones de La Reforma, Iguará, Los Indios, Casa de Tejas, Manacal, Manicaragua, El Quirro, Siguanea y el histórico Combate de Mal Tiempo llevado a cabo el 15 de diciembre de 1895, y que clasifica como una de las más importantes acciones llevadas a cabo por las fuerzas insurrectas en la invasión hacia occidente durante la guerra de independencia contra el colonialismo español.
     En unas tres horas las tropas españolas tuvieron que lamentar cerca de 300 bajas, de ellas casi la mitad muertos. Las fuerzas cubanas lograron acopiar más de doscientos fusiles y gran cantidad de municiones, caballos, un botiquín médico y efectos de diverso tipo, permitiendo así la aproximación al territorio de Matanzas en mejores condiciones para entablar futuros combates. En esa provincia se llevaron a cabo acciones combativas en La Colmena y Coliseo, para posteriormente retornar hasta las cercanías de Cienfuegos.
     El 28 de diciembre las tropas cubanas vuelven a adentrarse en territorio matancero, donde se produjo el combate de Calimete y, el 1 de enero de 1896 los mambises ya estaban en La Habana. Se decide entonces que Maceo continúe su avance hacia Pinar del Río para culminar la invasión y que Gómez permaneciese en La Habana para llevar a cabo su campaña militar conocida como La Lanzadera.
    El 7 de enero Maceo penetra en Pinar del Río y posteriormente lleva cabo combates en Cabañas, San Diego, Bahía Honda, La Mulata, Viñales, Las Taironas y Tirado. Arribó a Mantua el 22 de enero dando por concluido el avance de la invasión y regresando a La Habana el 12 de febrero.
     Realiza diversas acciones combativas en la zona y en territorio matancero, encontrándose nuevamente con Gómez quien traía consigo la infantería oriental bajo el mando del entonces General de Brigada Quintín Bandera.
    Después de atacar a Batabanó, en La Habana, cruzó la trocha de Mariel a Majana, el 15 de marzo de 1896, para dar comienzo a su segunda campaña en la provincia pinareña.
   En julio escribe desde su campamento en El Roble cartas dirigidas a prominentes patriotas criollos que se hallaban en los Estados Unidos. En otra misiva, dirigida al coronel Federico Pérez Carbó le dice:
   "De España jamás esperé nada; siempre nos ha despreciado, y sería indigno que se pensase en otra cosa. La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide; mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos. Tampoco espero nada de los americanos; todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin su ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso"
    El 25 de agosto de 1896 inició la marcha hacia el extremo occidental pinareño en busca de la expedición del General de Brigada Juan Rius Rivera, que desembarcara el 8 de septiembre. Diez días más tarde se produjo su encuentro con Rius y el 23 de septiembre de 1896, desde Remates de Guane, emprendió el regreso hacia el este tomando parte de diversos combates.
    En esta etapa, en varias ocasiones, rehusó indignado las propuestas hechas llegar por los intrigantes desde el Centro y Oriente proponiéndole que sustituyera al General en Jefe, e incluso que se pusiera al frente del gobierno. Cumpliendo órdenes de Gómez de reunirse con él para juntos hacer frente a la crítica situación provocada por las injerencias del Consejo de Gobierno en los asuntos militares, en la madrugada del 4 de diciembre de 1896 burló la trocha de Mariel a Majana, cruzándola por mar, en un bote, por la bahía de Mariel. Ya en territorio habanero, se dirigió al campamento de San Pedro, cerca de Punta Brava, donde cae en combate.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

BOCHORNOSO EPISODIO EN LA HISTORIA DE ESPAÑA



   LUIS SÁNCHEZ DEL TORO 
    El fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina, ocurrió el 27 de noviembre de 1871, fecha en que fueron injustamente fusilados ocho inocentes estudiantes del primer curso de Medicina y que se recuerda cada año como una triste efeméride.

   Al efecto se han considerado en primera instancia el clima que imperaba entonces en la Ciudad de La Habana, además de quién había sido Gonzalo Castañón y cuál era la calidad moral y humana de quienes tomaron su nombre como pretexto para convertirse en los principales responsables de este horrendo homicidio colectivo.
   Era la tarde del viernes 24 de noviembre y los alumnos del primer curso de Medicina esperaban en el Anfiteatro Anatómico la llegada de su profesor, doctor Pablo Valencia y García, quien a las 3:00 p.m. debía impartir una clase de Anatomía. El anfiteatro estaba ubicado en lo que hoy es la calle San Lázaro entre Aramburu y Hospital, muy próximo al cementerio de Espada que en aquella época no se había aún clausurado.
    Al enterarse los estudiantes de que demoraría la llegada del profesor, por un examen que tenía en el edificio de la Universidad, situado entonces en la calle O'Reilly esquina a San Ignacio, se dispusieron varios a asistir a las prácticas de disección que explicaba el doctor Domingo Fernández Cubas. Algunos entraron en el cementerio y recorrieron sus patios, pues la entrada no estaba prohibida para nadie.
   Otros, al salir del anfiteatro, vieron el vehículo donde habían conducido cadáveres destinados a la sala de disección, montaron en él y pasearon por la plaza que se encontraba delante del cementerio.
Los nombres de estos últimos eran Anacleto Bermúdez, Ángel Laborde, José de Marcos y Juan Pascual Rodríguez. Por otra parte, un joven estudiante de 16 años llamado Alonso Álvarez de la Campa, tomó una flor que estaba delante de las oficinas del cementerio.
    El vigilante del cementerio nombrado Vicente Cobas, mortificado porque aquel grupo de jóvenes “había descompuesto sus siembras”, hizo una falsa delación al gobernador político Dionisio López Roberts, el cual dijo que los estudiantes habían rayado el cristal que cubría el nicho donde reposaban los restos de Gonzalo Castañón.
   Esa declaración de Cobas, cuyas funestas y terribles consecuencias ni él mismo previó, fue motivo para que el gobernador fraguara con increíble prontitud un plan para elevar su “prestigio” ante sus superiores.

Encarcelamiento de los estudiantes
    El gobernador político Dionisio López Roberts, tras visitar el cementerio, trató de apresar primero a todos los estudiantes de segundo año de Medicina asistentes a la clase del profesor Juan Manuel Sánchez Bustamante y García del Barrio quien, con el respaldo y protección enérgica a sus discípulos, impidió la consecución de tan cruel propósito.
     Sin embargo, el panorama fue completamente distinto con los alumnos de primer año del profesor Pablo Valencia, quien asumió una actitud muy cobarde ante tal situación al permitir el encarcelamiento de 45 de sus 46 alumnos de Anatomía Descriptiva, se condujeron a la cárcel, a la que entraron a las 8:00 p.m. del sábado 25 de noviembre.
    Al día siguiente, bajo las órdenes del Segundo Cabo, General Crespo, por encontrarse ausente el Conde de Valmaseda, los estudiantes fueron procesados en juicio sumarísimo.
    Desde la medianoche del día 26 hasta bien entrada la mañana del 27 demoró la decisión del rigor de la sentencia y del número de prisioneros que se someterían a ella. El fallo de este juicio no fue aceptado por los voluntarios españoles amotinados frente al edificio de la cárcel donde se celebrara el juicio.
    Los estudiantes fueron procesados seguidamente una segunda vez, donde se determinó que, tanto el estudiante que había arrancado la flor y los 4 que habían jugado con el vehículo se debían condenar a la pena máxima y otros 3 escogidos al azar para llevar a cabo el escarmiento.
    El consejo de guerra firmó la sentencia a la 1:00 p.m. y, leído el fallo a los ocho estudiantes que debían morir, entraron en la capilla poco antes de las 4:00 p.m. Después de permanecer allí por espacio de media hora, se les condujo con las manos esposadas y un crucifijo entre ellas hasta la explanada de la Punta, donde se llevaría a cabo la ejecución.
   Frente a los paños de pared formados por las ventanas del edificio usado como depósito del cuerpo de ingenieros, se colocaron de 2 en 2, de espaldas y de rodillas a los infelices inocentes, fusilados a las 4:20 por el piquete de fusilamiento al mando del capitán de voluntarios Ramón López de Ayala.
    Momentos antes, en la capilla, habían dejado sus últimos mensajes, tanto a familiares como a amigos. Fueron notas breves, con detalles aparentemente de poca importancia, ante lo que ya era la muerte inminente, pero no por ello menos desgarradores.
   Eladio solicitaba a Cerra que, como prueba de amistad, conservara un pañuelo en posesión de Domínguez y que diera a éste el que le acompañaba.
   Anacleto pedía que padres y hermanos se consolaran pronto y entregaran a Lola su sortija y leontina para que siempre se acordara de él.
   Alonso reiteraba a los suyos un querer entrañable y la fe de ver a los padres en la gloria.
    Pascual decía a Tula nunca haber creído verse en un caso así, porque había sido hombre de orden.
   Ángel, en el adiós definitivo, afirmaba: muero inocente, me he confesado.
   Los cadáveres fueron trasladados a un lugar extramuros de lo que actualmente es el Cementerio de Colón y conocido con el nombre de San Antonio Chiquito, acompañados por una compañía de voluntarios. No se permitía a los familiares el reclamo de sus muertos para darles sepultura.
   En el sitio fueron arrojados los cuerpos sin vida en una fosa de 2 metros de largo por 1 ½ metros de ancho y 2 ½ de profundidad. Para proporcionarles un mejor acomodo en el fondo, se dispuso colocar 4 en un sentido y los otros 4 en sentido opuesto.
    Las partidas de defunción no se registraron en ninguna iglesia parroquial. No fue sino después de 2 meses y medio que se asentaron sus partidas de enterramiento en los libros del cementerio.
   Esto permite comprender hasta qué punto de humillación quiso llevarse todo lo concerniente a la ejecución de los ocho estudiantes del primer año de Medicina. De sus restantes compañeros de curso, 11 fueron condenados a 6 años de prisión, 20 a 4 años y 4 a 6 meses de reclusión, con independencia de que los bienes de todos quedaron sujetos a las responsabilidades civiles determinadas por las leyes.
    La tragedia, que concluyó el 27 de noviembre, se ha expuesto generalmente como hecho aislado, limitada a una inocente travesura estudiantil bárbaramente castigada por el régimen colonial, sin relación alguna con la lucha que libraban los cubanos por su independencia.
   Este oscuro hecho fue un escarmiento ejemplar que quiso dar España ante el desarrollo insurreccional para desatar el terror y demostrar así la medida de los extremos a que podía llegar un sistema agonizante. Tanto el abominable crimen, como el inconcebible proceso judicial que lo precedió, contribuyeron a fortalecer el sentimiento independentista de los cubanos.
  La fecha de noviembre 27 se celebra en Cuba como día de Duelo Nacional.    


En memoria a los jóvenes fusilados injustamente, se encuentra este Monumento a los ocho estudiantes de Medicina, a la salida del Túnel, a la izquierda del Malecón habanero.








Datos de los Estudiantes
Alonso Álvarez de la Campa y Gamba (edad 16)

Nacido: 24 de junio 1855
Bautizado
Lugar: Parroquia de Nuestra Señora de Monserrate, La Habana
Libro: Bautismo de Blancos, Libro 5, Folio 59, No. 241
Por: Pbtro. Francisco de Paula Gispert

Nacido: 7 de junio 1851
Bautizado
Fecha: 23 de julio 1851
Lugar: Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, La Habana
Libro: Bautismo de Españoles, Libro 31, Folio 505, No. 1009

José de Marcos y Medina (edad 20)
Nacido: 7 de marzo 1851
Bautizado
Fecha: 16 de abril 1851
Lugar: Parroquia de Nuestra Señora de Monserrate, La Habana
Libro: Bautismo de Blancos, Libro 3, Folio 64, No. 211

Ángel Laborde y Perera (edad 17)

Nacido: 5 de diciembre 1853, Barrio del Cerro, La Habana
Bautizado
Lugar: Parroquia El Salvador del Mundo, Cerro, La Habana

Juan Pascual Rodríguez y Pérez (edad 21)

Nacido: 24 de junio 1850
Bautizado
Fecha: 5 de agosto 1850
Lugar: Parroquia del Espíritu Santo, La Habana
Libro: Bautismo de Españoles, Libro 40, Folio 25v, No. 54
por: Don Antonio Abad Facenda

Nacido: 29 de julio 1851, en Puerto Príncipe
Bautizado
Lugar: Catedral de Camagüey, Puerto Príncipe
Libro: Bautismo de Españoles

Eladio González y Toledo (edad 20)
Nacido: 29 de octubre 1851, en Quivicán, Habana
Bautizado
Lugar: Parroquia de San Pedro Apóstol, Quivicán, Habana
Libro: Bautismo de Blancos

Carlos Verdugo y Martínez (edad 17)

Nacido: 15 de enero 1854
Bautizado
Fecha: 18 de marzo 1854
Lugar: Catedral de San Carlos de Matanzas, provincia de Matanzas
Libro: Bautismo de Blancos, Libro 27, Folio 84, No. 320
por: Pbtro. D. Francisco Caleat
Situación de España
   La situación para el régimen colonial español era crítica en el año 1871. En aquel momento la administración estaba saturada de funcionarios que, como el gobernador político Dionisio López Roberts, acechaban la ocasión para amasar fortunas por delaciones, indultos y pago de rescates, que constituían crímenes imperdonables contra la corona.
   A pesar de la ofensiva militar española contra las fuerzas mambisas, la Revolución avanzaba y ello fue uno de los motivos de la opresión indiscriminada sobre la población civil. Los mambises estaban dando al mundo civilizado un ejemplo de revolución unificada y organizada, ya con una constitución y un gobierno establecidos.
   El Ejército Libertador asestaba golpes contundentes a las tropas del ejército español. En esos momentos las fuerzas mambisas vivían una etapa de recuperación en el orden militar; Máximo Gómez había obtenido grandes éxitos al invadir Guantánamo y Antonio Maceo, quien también diera una dura pelea en aquel territorio, fue ascendido a coronel, situación que dio al traste con los esfuerzos de Martínez Campos.
   En Camagüey, el mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, tras reorganizar su tropa, había protagonizado el 8 de octubre el rescate de Sanguily, una asombrosa proeza que dejó perplejos a los españoles y llenó de admiración a los revolucionarios y simpatizantes, con una muestra de valentía y capacidad combativa que también recuperaban Calixto García y los suyos. Esta situación favorable a la causa independentista exacerbaba la ira colonialista. Ante la imposibilidad de asestar un golpe definitivo a los mambises, desató su furor en mujeres y niños.
    El cuerpo de voluntarios protagonizó la violencia contrarrevolucionaria en las zonas urbanas, donde sembraron el terror. Su condición de dueños casi absolutos de las ciudades, se demostraba en su impunidad en acontecimientos como fue el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina el 27 de noviembre de 1871, expresión de máxima y feroz represalia que la metrópoli desataba contra los independentistas cubanos, con los voluntarios de La Habana como principales promotores y con la complicidad de las más altas autoridades colonialistas.

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