viernes, 15 de marzo de 2013

135 Aniversario de la Protesta de Baraguá.





Conocida en la historia de Cuba como la negativa a aceptar el convenio de paz conocido como Pacto del Zanjón. Fue lidereada por el mayor general Antonio Maceo, otros altos jefes, oficiales y tropas orientales a su mando, protagonizada en Mangos de Baraguá, territorio oriental, el 15 de marzo de 1878

Antecedentes
La desunión, la dispersión y el caudillismo arrinconaron la Guerra del 68 hasta el callejón del Pacto del Zanjón, donde el colonialismo español pretendió una injusta paz en los precisos instantes en que los mambises reasumían la iniciativa en Oriente y Las Villas. Aún así se demostró que todavía en muchos hombres de este país el decoro permanecía inalterable. y que el Pacto del Zanjón era una simple tregua, una breve interrupción de la guerra y no una salida y que se volvería a combatir hasta lograr la verdadera libertad.
La falta de unidad había llegado en algunos casos al resquebrajamiento de la disciplina y se se erigía como un factor funesto que atentaba contra el alcance de la añorada libertad. Algunos, (no todos) asumieron el Zanjón como salida y muchos continuaron empeñados en la lucha en la parte oriental de la Isla. 

Preparativos de la protesta
Maceo, que en enero de 1877 había sido ascendido a Mayor General y repuesto ya de las graves heridas recibidas el 6 de agosto de ese propio año, en el combate de Mangos de Mejías (ocho en total, cuatro de ellas en el pecho), se incorpora de nuevo a la guerra.
Las victorias resonantes en Florida, Llanada de Juan Mulato y San Ulpiano en enero y Febrero de 1878, le reconfortan por el tiempo perdido en la convalecencia.
Desconocedor de lo que sucedía en Camagüey y Las Villas va en busca de su médico y amigo fraternal, el doctor Félix Figueredo, para comentar los rumores que circulaban de conferencias y tratos con los españoles, en los que no creía.
El doctor Figueredo le dio un amplio informe de las noticias que había recibido, y como a una pregunta directa sobre la posición y actuación del Generalísimo Máximo Gómez, contestara que "no podía responder más que de sí mismo", Maceo, al oír todo lo que se había dicho de los jefes de la Revolución que aceptaron el convenio con los españoles, se alejó visiblemente disgustado, sin despedirse del amigo.
Hay que tener en cuenta que los cuchicheos también fueron coreados por informaciones aparecidas en periódicos cubanos editados en Nueva York. Estos publicaron que los jefes mambises rendidos a Arsenio Martínez Campos habían sido comprados del modo más abyecto posible, lo que aprovecharon algunos enemigos del general Gómez para mentir sobre él, argumentando que era del grupo de los sobornados.
La verdad histórica es que, si bien es cierto que Martínez Campos fue pródigo con los traidores en las filas cubanas, es totalmente válido que Máximo Gómez permaneció apartado de las negociaciones y no recibió ni una sola peseta de los españoles.
El 18 de febrero de 1878, en Pinar Redondo, se entrevistaron Gómez y Maceo. Era el momento esperado por el primero para informar al segundo todo lo ocurrido en Camagüey y dar el adiós a la heroica madre de la familia Maceo, a su comadre Mariana Grajales. Allí conoció de la postura de Maceo en cuanto a no aceptar lo proclamado en el Pacto del Zanjón y su disposición a continuar la lucha. Se enteró también del objetivo del Titán de celebrar una entrevista con Martínez Campos para pedirle una suspensión de hostilidades que le permitiera organizarse; "comprendí -dice Gómez- la idea aviesa de Maceo, para darle un buen golpe al enemigo, y le alenté en la empresa".
Así, Maceo, en febrero 21, escribe a Martínez Campos. Le dice que conoce por Gómez, Rodríguez y Cedeño, comisionados del Departamento Central, lo pactado en Camagüey, "Oriente y Tunas -afirma- se hallan en condiciones de continuar la lucha, no están de acuerdo con la resolución de la Junta del Centro"; termina solicitando entrevistarse con él y pide cuatro meses de suspensión de hostilidades para consultar la voluntad de todos los distritos que componen ese Departamento.
La Revolución había perdido mucho vigor. Pero Maceo se sobrepone por encima de todos. Proclama su posición irrevocable de combatir. Su conducta ejemplar arrastra a jefes, oficiales y soldados. Reanima el patriotismo y la entrega a la causa patria.
Antonio Maceo (desde el mismo inicio de la acción liberadora) conoce de la existencia en miembros del Ejército Libertador, colaboradores y partidarios, de fuertes tendencias divisionistas, propugnadoras de la indisciplina y la anarquía en las filas revolucionarias.
Él, soldado por excelencia, orden y disciplina personificadas, se aparta de tales fracciones y se dedica de forma total a combatir (en todo momento y en el lugar que le corresponde) a las fuerzas armadas de la metrópoli que sembraban muerte, hambre y terror a lo largo de toda la Isla. 

Protesta de Baraguá
El 15 de marzo se realizó la entrevista entre los generales Antonio Maceo y Arsenio Martínez Campos y allí, entre halagos de su homólogo español, Antonio Maceo concretó su posición en pocas, pero precisas palabras:
El general Martínez Campos llegó a Mangos de Baraguá conducido por José Cefí Salas y después de realizar su presentación y la de sus acompañantes, pronunció breves palabras de introducción a la conferencia. Por su parte, el general Maceo presentó a sus acompañantes y de inmediato comunicó a Martínez Campos que no estaban de acuerdo con el pacto firmado, ya que con el mismo no se lograba la independencia de Cuba, ni la abolición de la esclavitud. Posteriormente hablaron el general Manuel Calvar y el doctor Félix Figueredo, quienes reforzaron los planteamientos hechos por Maceo. Seguidamente Martínez Campos replicó:
Pero es que ustedes no conocen las bases del convenio del Zanjón. Sí —interrumpió Maceo— y porque las conocemos es que no estamos de acuerdo.
Martínez Campos trató de leer el documento, pero Maceo no se lo permitió al plantearle:
Guarde usted ese documento, que no queremos saber de él.
Como resultado de la conferencia, se acordó que volverían a romperse las hostilidades y se estableció para ello un plazo de ocho días con el fin de que las tropas ocuparan los territorios designados. El capitán de Cambate, Fulgencio Duarte, que había presenciado la entrevista, exclamó:
¡Muchachos, el 23 se rompe el corojo!.
Martínez Campos, quien había ido a Baraguá confiado en la facilidad de un arreglo pronosticado por sus confidentes, se retiró moralmente derrotado ante la actitud resuelta y serena de Maceo, líder del pueblo y de la Revolución, dispuesto a seguir luchando hasta vencer o morir."
 Una vez terminada la histórica entrevista, los participantes, en representación del pueblo cubano elaboraron y aprobaron una breve constitución y formaron el Gobierno provisional de Oriente, para continuar la lucha por la independencia de Cuba.

Posterior a la Protesta de Baraguá
A pesar de lo dicho, la revolución estaba herida de muerte a causa del regionalismo, las indisciplinas y los intereses personales, elementos que sembraron discordias y desalientos en los protagonistas de aquella guerra que, convocada por las figuras más progresistas y radicales de la burguesía criolla, fue abrazada por las capas más humildes de la población, entre ellas la esclava.
Aun cuando las circunstancias resultaron adversas para mantener la lucha en el territorio oriental, según lo pensado por Antonio Maceo, la protesta encabezada por él revistió un gran significado.
Una actitud similar con relación al Pacto del Zanjón adoptó en Las Villas el coronel Ramón Leocadio Bonachea, quien se mantuvo activo hasta abril de 1879 en que, al deponer las armas, en la estación ferroviaria de Jarao, aseguró volver a empuñarlas cuando las circunstancias lo permitieran.
Ambos representaron el sentir de muchos patriotas opuestos a abandonar la lucha, y no sólo salvaron el honor de Cuba y del Ejército Libertador, sino que legaron a los cubanos el espíritu de jamás rendirse ni darse por derrotados. La espada fue dejada caer entonces; pero el esfuerzo por levantarla de nuevo se intensificó, y lo lograron. 

Trascendencia
La trascendencia de este acto, expresión acabada del espíritu revolucionario de los cubanos, demostró que los jefes, oficiales y soldados que sobre sus hombros habían llevado el peso y las penurias de aquella guerra, no estaban dispuestos a renunciar.
La heroica actitud asumida por Maceo y la tropa bajo su mando ante el vergonzoso acto protagonizado por quienes se abrogaron el derecho inconsulto de deponer las armas, adquiere mayor dimensión cuando fue precisamente aquella protesta la que se encargó de demostrar al general Arsenio Martínez de Campos, jefe español participante en el Zanjón, y al mundo, que los firmantes del pacto no podían en modo alguno representar los intereses y posiciones de la generalidad porque numerosos libertadores no renunciaban a sus ideales y, por lo tanto, no rendían las armas si con ello no obtenían, como condición mínima, el cese del infamante régimen esclavista.
Trascendental, por lo valiente, oportuno y firme de los planteamientos, pues no solo consolidó el pensamiento revolucionario cubano en momentos de profunda crisis moral sino que reafirmó los objetivos básicos de la rebeldía nacional: la independencia de Cuba y la libertad de los esclavos
Baraguá constituyó la reafirmación expresa del amor a la independencia y a la justicia social, y de hacerlo constar se encargaron los revolucionarios más puros, negados a dejar caer la espada. Con su actitud, Maceo y sus seguidores, a la vez que salvaron su honor de combatientes enaltecieron el de Cuba, legando a las generaciones posteriores la posibilidad de proclamar con orgullo que, desde el primer empeño, los revolucionarios cubanos jamás han sido vencidos ni derrotados.
Así lo manifestó Fidel en ocasión del centenario del histórico gesto:
“(...) con la Protesta de Baraguá llegó a su punto más alto, llegó a su climax, llegó a su cumbre el espíritu patriótico de nuestro pueblo; y que las banderas de la patria y de la revolución, de la verdadera revolución, con independencia y con justicia social, fueron colocados en su sitial más alto.”


lunes, 21 de enero de 2013

El Castillo del Morro. Arquitectura única del Caribe




   Allá por el año 1553, Santiago de Cuba, la entonces capital de la más grande isla del Caribe, sufrió un ataque feroz perpetrado por el corsario francés, Jacques de Sores, quien incluso llegó a ocupar la ciudad.
   Por este motivo, el gobernador de la provincia el Capitán español Pedro de la Roca y Borja, ordenó construir una fortaleza que sería terminada en 1642 y que llevaría su nombre, instalaciòn que también suelen llamarle El Castillo del Morro.
   Su construcción le fue encargada al ingeniero italiano, Juan Bautista Antonelli, ampliamente conocido en Cuba, debido a la gran cantidad de obras en las que dejó la impronta de su creación, y en las que todas ostentan una característica común que nos hace retrotraernos a la arquitectura del arte militar desarrollado en Italia y España y que fuera después trasladada a Cuba.
    Disparos de salva rememoran costumbres ancestrales para saludar los patrones de la ciudad y rendir tributo a la memoria histórica de aquellos que lucharon por la independencia de Cuba.
    San Pedro de la Roca fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1997, fortificación que forma parte del conjunto defensivo de la bahía santiaguera y que está considerado como el más completo sistema de ingeniería militar renacentista europea aplicada en el Caribe.
    Los habitantes de esta bella ciudad, han querido retrotraerse en el tiempo y volver a adoptar los disparos de salva que se realizaban siglos atrás desde la Batería Punta Blanca para darle la bienvenida a los buques que tocaban el puerto.
    Su construcción escalonada constituye un grandioso mirador hacia el Mar Caribe.

     UN POCO DE HISTORIA
Museo Castillo del Morro San Pedro de la Roca: Institución que atesora huellas del Sistema Defensivo de Santiago de Cuba, surgido por una necesidad histórica en el siglo XVI; así como historias y leyendas que han sellado épocas. Es visitado diariamente por el público nacional e internacional, quienes pueden recorrer sus salas de exposición permanente. El exponente principal del museo, es el inmueble donde se ubica, cuyos elementos arquitectónicos, constituyen salas imaginarias y nos muestran el quehacer constructivo de varias generaciones.

Situado en la Fortaleza San Pedro de la Roca, en la entrada del canal de la Bahía de Santiago de Cuba
Historia
El 23 de julio de 1978 se inaugura con el nombre de Museo de La Piratería, etapa en la cual se exponían únicamente aspectos vinculados con la piratería. En 1997, cambia su nombre por el de Museo Castillo del Morro San Pedro de la Roca, con una temática motivadora que abarca aspectos históricos relacionados con entorno donde se encuentra y que forman parte de la historia cubana,caribeña y latinoamericana. Posee un novedoso y atractivo montaje.
El 6 de diciembre de 1997 el inmueble donde se ubica el museo se integra al Patrimonio Mundial junto a otros componentes del Sitio Histórico Castillo de San Pedro de la Roca de Santiago de Cuba.

Salas de exposición permanente
Sala:  Piratería en el Caribe
Los visitantes descubren el fascinante mundo del corso y la piratería, desde sus orígenes y como suceso histórico que propició a la metrópolis fortificar sus ciudades en Hispanoamérica y mandar a construir un majestuoso sistema de defensa para proteger los dominios conquistados.
Aparecen los conceptos de pirata, corsario, bucanero y filibustero, así como imágenes de diferentes tipos de banderas que identificaban las embarcaciones de estos crueles y sanguinarios individuos, también se encuentra una reseña de los principales corsarios y piratas que merodeaban el Mar Caribe en los siglos XVI y XVII. Se exhibe una colección de armas antiguas.
Sala:  Evolución Constructiva del Castillo del Morro
Comienza dando una panorámica de la fundación de la villa de Santiago de Cuba en 1515 y la necesidad de fortificarla dada la importancia que fue adquiriendo a partir de 1522 como capital efectiva, hasta que en 1607 pasa a ser la ciudad principal del Departamento Oriental, cuando La Habana se convierte en capital de la Isla.
Se hace referencia a los principales ataques de corsarios y piratas a la ciudad durante los siglos XVI y XVII y a las diferentes etapas constructivas de la Fortaleza San Pedro de la Roca. Todo lo cual puede constatarse en los planos de época que se muestran en los paneles.
Constituye un elemento interesante la maqueta de la fortaleza, en la cual se pueden apreciar todos los detalles de la misma y sobre todo su majestuosidad, monumentalidad y perfecta adaptación a la topografía del terreno.
Sala:  Desarrollo del Sistema Defensivo en la Etapa Colonial
Se encuentra un testimonio gráfico del surgimiento, evolución y desarrollo del sistema defensivo de Santiago de Cuba, desde el siglo XVII hasta el XIX.Planos, mapas y fotos de disimiles fortificaciones, cuya tipología fue variando teniendo en cuenta las necesidades de defensa del gobierno español muestran al visitante una época inolvidable para esta ciudad y el Caribe fortificado.
Sala:   Etapa de Prisión del Castillo del Morro
En una de las celdas de la fortaleza, se muestra una sala en la cual rinde tributo a patriotas y personalidades vinculadas con la Guerra de Independencia que estuvieron encarcelados, en el Castillo, entre los que se encuentran los Mayores Generales Bartolomé Masó, Flor Crombet y Pedro Agustín Pérez, el general José Ramón Leocadio Bonachea e intelectuales como Emilio Bacardí Moreau , así como mujeres que se integraron a la causa independentista, como Dominga Moncada. Aparecen sus bustos esculpidos en bronce, realizados por el escultor santiaguero Alberto Lescay Merencio, así como objetos y documentos que les pertenecieron, entre los que se encuentra una nota de José Martí a Flor Crombet, escrita en el siglo XIX.
Sala:  Combate Naval de Santiago de Cuba
El visitante conoce aspectos vinculados con la última etapa de la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana y en un mapa a gran escala de la costa sur de la ciudad se ilustra el desarrollo de la Batalla Naval de Santiago de Cuba, acontecido el 3 de julio de 1898,el cual comenzó frente al Morro bordeando la costa santiaguera que va hacia el Pico Turquino. El combate ocurre entre una escuadra española comandada por el vicealmirante Pascual Cervera y una norteamericana, hecho histórico que puso fin al dominio colonial de España en América. Se exponen objetos extraídos del Buque Cristóbal Colón, perteneciente a la armada española que todavía se encuentra hundido en la costa de esta ciudad y también se exhibe un telégrafo que se encontraba ubicado en el sitio cuando ocurrió el acontecimiento.

Exponentes Arquitectónicos
Recorriendo las diferentes plazas de arma y plataformas de defensa, se van descubriendo componentes arquitectónicos, que constituyen exponentes del Museo como las celdas, cuarto de tortura y la capitanía, además de los elementos propios de la arquitectura militar entre las que se encuentran el foso, revellín, puente levadizo, baluartes, garitas, almenas, aspilleras, banquetas de tiro, polvorín y casamatas. Además se muestra al visitante el sistema de almacenamiento de agua compuesto por gárgolas, canales y aljibes, así como los balcones y terrazas miradores hacia el entorno natural que circunda la Fortaleza. Todos de gran atractivo para los visitantes.
Tambien puede encontrarse la Capilla, recinto destinado a la realización de actividades religiosas, se encuentra ambientada y se exhibe un cristo tallado en madera, original del siglo XVII.

Colecciones
Las colecciones del museo la conforman armas originales de los siglos XVI, XVII, XVII y XIX, así como objetos y documentos de valor histórico.
Colección de armas de pedernal
Está compuesta por 14 prototipos de armas antiguas que poseen el mecanismo de disparo de llave de pedernal, también llamado de chispa, o sílex. En su mayoría son pistolas y trabucos.
Pistolas
La pistola es esencialmente un arma corta que se porta o empuña con una sola mano, las antiguas constan de tres partes esenciales: cañón, llave y caja (formada por ajuste, empuñadura y coz). La colección posee varios modelos, que fueron muy utilizados en los siglos XVI, XVII y XVIII.
Pistola de caballería
Son las de mayor dimensión, 45 cm aproximadamente, se colgaban en la pistolera que se llevaban en el arzón de la silla de montar, para un mejor transporte y facilitar el manejo en el campo de batalla.
Materiales: hierro, madera y bronce.
Técnicas: fundición, talla y enchape.
Calibre: 18 mm.
Época: Siglo XVIII.
Descripción: Cañón octogonal en la parte trasera y redondo en la delantera, con ajuste de madera, anima lisa y de avancarga. Con llave a la francesa.Posee en la empuñadura y ajuste una inscripción tallada representativa de la escuela de Éibar, lo que indica que fue fabricada en esa ciudad española. También tiene grabado el nombre del propietario. Posee detalles ornamentales.
Pistola de defensa personal
Las de tamaño mediano, alrededor de 30 cm, gozaba de un gancho para sujetarlo en la cintura del tirador.
Materiales: hierro, madera y bronce.
Técnicas: fundición, talla y enchape.
Calibre: 18 mm.
Época: Finales del siglo XVII principios del XVIII.
Descripción: Cañón en forma cónica, con ajuste de madera y abrazadera. Tiene ánima lisa y es de avancarga. Con llave española, de patilla o miquelete. Posee adornos cósmicos.
Pistola de bolsillo
Las pistolas de bolsillo o cachorrillos, son de tamaño reducido, entre 10 o 20 cm, que se podían portar ocultas entre las prendas, a la cual se le anexaba una cadenita que se fijaba a cintos, hebillas y carteras para llevar oculta entre las prendas.
Materiales: hierro y madera.
Técnicas: fundición y talla.
Calibre: 16 mm.
Época: Finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX.
Descripción: Tiene 2 cañones desenróscales, yuxtapuestos y octogonales, con ajuste de hierro y ánima lisa. Conserva sistema de pedernal con llave de caja. La empuñadura de madera termina en protuberancia, recubierta por una lámina de hierro atornillada, la cual presenta una forma irregular en el contorno y una pieza bola fundida, que tiene una abertura.
Trabuco
Arma de pedernal, de grueso calibre, con un cañón corto y usualmente acampanado, está considerado el predecesor de la escopeta, adaptado para servicio militar y defensivo. Eran típicamente muy cortos, con cañones de una longitud menor a 60 cm.
Medidas: 110 x 10 x7 cm.
Materiales: madera y bronce. Técnicas: fundición.
Calibre: 18 mm.
Época: Finales del siglo XVII principios del XVIII.
Descripción: Cañón octogonal (en la parte trasera) y cilíndrico (en la delantera), Tiene ánima lisa y es de avancarga. La culata es escotada (la llamada catalana) y termina rematada con una platina de bronce.
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Buenas noticias para el judo cubano



  Cuba será sede de un Grand Prix de judo en el año 2014 y recibirá “soporte económico” de la Federación Internacional (IJF, siglas en inglés) para el desarrollo de ese deporte de combate, anunció este jueves en La Habana el presidente de esa entidad, el rumano Marius Vizer.
   “Uno de los cinco Grand Prix anuales del calendario de la IJF se efectuará por primera vez en Cuba, en junio del 2014, por lo cual será parte del sistema de clasificación para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro-2016″, dijo Vizer en rueda de prensa.
   El torneo será “el segundo” con esa categoría programado para el continente americano y alternaría cada año con el que se celebra en Miami, Estados Unidos, aseguró el diario digital Jit, del Instituto de Deportes.
    “La Federación Internacional solo pedirá a las autoridades (deportivas cubanas) la organización del evento, pues la logística correrá por parte de la IJF”, sostuvo Vizer, al confirmar que la sede será el Coliseo de la Ciudad Deportiva de La Habana.
Vizer, que concluirá su visita a la isla este viernes, aseguró que tras el Grand Prix los judocas participantes de otros países podrán realizar un campo de entrenamiento en el balneario de Varadero, 150 km al este de la capital cubana.
    El soporte económico, de 300.000 dólares, será para la participación de equipos cubanos de cadetes y juveniles para los mundiales de este año en Estados Unidos y Eslovenia, respectivamente.
   La máxima autoridad del judo mundial adelantó igualmente la celebración en Cuba de la II Gala Mundial a finales de 2013 o en 2014 (la primera versión se efectuó en el 2011 en París) y confirmó la donación a de 1.000 judoguis (uniformes) y cuatro tatamis (colchones) para la práctica del judo en la isla.
   “Siempre he admirado el judo cubano, más consciente de los problemas económicos afrontados”, afirmó Vizer, al entregarle la Medalla de Oro de la IJF al presidente de la Federación local, Rafael Manso.