*El eterno homenaje en el 140 aniversario de su
muerte en combate este 27 de febrero
Un abogado revolucionario cubano que inició las
guerras por la independencia en Cuba contra el
régimen colonial
Nacimiento
El domingo 18 de abril de 1819, en la villa de San Salvador de Bayamo perteneciente a la provincia cubana de Oriente, doña Francisca de
Borja López y Ramírez de Aguilar (nacida en Puerto Príncipe) daba a luz al primogénito de su matrimonio con Don Jesús María de
Céspedes y Luque (nacido en Bayamo). Al pequeño se le pone por nombre Carlos
Manuel Perfecto del Carmen Céspedes y del Castillo. Nacido en hogar de
abolengo, típico de los adinerados terratenientes del Valle del Cauto,
amasadores de una suficiente fortuna, el niño es criado con todos los
beneficios y comodidades propios de su alcurnia.
Los abuelos maternos eran propietarios de grandes
estancias de ganado, ingenios de elaborar azúcar y fincas urbanas en Bayamo y Manzanillo los abuelos paternos, a su vez, eran descendientes de ricos hidalgos
que unían al linaje del apellido cuantiosas propiedades de diversa índole. El
apellido Céspedes pertenecía desde varias generaciones a acaudaladas familias
que provenientes de Andalucía habían sentado sus reales en la prometedora colonia a mediados
del siglo XVII.
Infancia
A los pocos años de nacido el niño, se trasladan los
Céspedes a una finca campestre de la familia; en ella se desarrolla su
infancia. Para la mayor parte de los biógrafos este cambio fue consecuencia de
un ataque de corsario a Manzanillo que repercutió en las familias bayamesas
ricas, trasladadas por un tiempo a sus haciendas montunas para poner ere a buen
recaudo. En cambio para José Maceo Verdecía, el historiador bayamés por
antonomasia, el establecimiento en la finca del padre de Céspedes se debió a la
necesidad de recuperar su disminuida fortuna, De cualquier forma, los cinco
primeros años de vida del niño se desarrollaron en plena naturaleza, mimado y
atendido por una negra esclava. Esta le servía de aya y alimentaba su
imaginación con la inagotable tradición oral de la región, repleta de cuentos y
leyendas de güijes (jigues en Oriente), madres de agua, lagunas habitadas por
babujales y torres misteriosas.
De regreso a Bayamo hace sus primeras letras en una
escuelita atendida por una mujer casi anciana. Leer, escribir y el catecismo
fueron los frutos de aquella enseñanza inicial. Luego pasó al Convento de
Nuestro Seráfico Padre donde fue acogido por los frailes como un discípulo. En1829, con diez años de
edad, entra al convento de San Domingo; en él estudia Latinidad y Filosofa.
También, durante otros dos años, estudia Gramática
Latina en el convento de San Francisco, de la propia ciudad. Según consta en su
expediente universitario fueron muy altas las calificaciones de estos primeros
estudios.
Estudios universitarios
Como todo hijo de buena familia se traslada a La Habana a realizar los estudios superiores. Durante tres años el joven se
dedica por entero a dominar las diferentes asignaturas. En el Colegio de San
Carlos y San Ambrosio, donde años atrás han dictado sus luminosas conferencias
el presbítero Félix Varela y el erudito bayamés José Antonio Saco, Céspedes perfecciona entre otras disciplinas, el conocimiento del latín a
la vez que se ejercita físicamente en los deportes.
El 22 de marzo de 1838 obtiene el
grado de Bachiller en Derecho Civil en la
Real y Pontificia Universidad de La Habana. Es significativo que los terminó
mediante la modalidad «a claustro pleno», es decir, acortó la duración del bachillerato
y se sometió al rigor de un gran número de prestigiosos examinadores. La forma
escogida por él era la más difícil y la más costosa, al exigirle al aspirante
el abono de elevados honorarios a cada uno de los catedráticos examinadores y
numerosos regalos a cuantos intervenían en el mismo. Pero con el dicho título
en mano, grado menor del Derecho en la época, no podía ejercerse la abogacía en
Cuba. Era menester obtener la licenciatura y, mejor aún, la borla doctoral.
Estas serán sus próximas metas docentes.
Regresa a Bayamo y al siguiente año, el mismo día en
que cumple los veinte, contrae matrimonio con su prima hermana María del Carmen
Céspedes. Diez meses después, el 3 de enero de 1840, nace el primer
hijo que fue nombrado, en honor a su padre, Carlos Manuel de Céspedes y
Céspedes. De esta unión también nacen María del Carmen y Oscar.
Viajes por Europa
España
En el mes de julio de 1940 parte
Céspedes para España y utiliza como punto de desembarque en el viejo continente el añejo
puerto de Le Havre, en Francia. Sigue rumbo a Barcelona y se matricula en la universidad de Cervera, al permanecer cerrada la
alta casa de estadios de la ciudad condal. La estancia del joven estudiante en
la agitada y turbulenta Cataluña es decisiva
para su futura vida política. En esta ocasión no son únicamente los deberes
docentes los que consumen toda la atención de Céspedes. A la par que cursa los
estudios se involucra en las luchas partidarias españolas y se impregna del
indomable sentimiento de los catalanes resistidos cono violencia a la
dependencia de Castilla.
Es su debut en la política y lo hace en grande.
Concluidas las guerras carlistas se configuran las diferencias entre la regente
María Cristina y el general Espartero. Céspedes apoya el bando que sostiene a
la regente. Conoce a Juan Prim y Prats, un joven y
ambicioso militar que dará mucho que hacer en la escena española en las
próximas dos décadas. Se entabla una amistad entre ellos duradera por muchos
años. Céspedes se incorpora a las milicias civiles y participa en diversos
encuentros de choque. Alcanza la jerarquía de capitán de estas fuerzas y según
versos de aliento autobiográfico escritos diez años después, su participación
fue activa y totalmente comprometida.
En algunos de los trabajos escritos sobre esta etapa
de la vida de Céspedes se habla de un folleto publicado en 1841, en Madrid, en defensa de su
patria -documento no encontrado aún- y de un duelo a pistola con un oficial
español por ofensas a Cuba. Son datos sin precisión documental, pero que muy
bien pudieron haber ocurrido dadas las características del temperamento de
Céspedes, en este aspecto me detendré más adelante.
Resto de Europa
Concluidos sus estudios de Derecho y con el título de
Abogado del Reino, como se le decía entonces, Céspedes recorre diversos países
europeos, Turquía y algunas regiones del imperio de los zares rusos.
Durante su recorrido euroasiático visitó la Francia de las
grandes y sonadas acciones de Luis Augusto Blanqui, de las ideas socialistas,
anarquistas y románticas de Luis Blanc, Flora Tristán, y Lammenaís; la Alemania de las ideas socialistas utópicas y la cohesión de los grupos
obreros; la Inglaterra de la era victoriana, la gran industria y el libre cambio, donde el
movimiento cartista cobraba fuerza al aprovechar la coyuntura de la sostenida
depresión industrial; la Italia conmovida por la acción de la Joven Italia de Mazzini, que había
unificado las sociedades secretas del carbonarismo y a cuyas catacumbas
Céspedes descendió para ver con sus propios ojos la forma de actuar de los
revolucionarios italianos; la infeliz situación del raya (campesino turco)
en Constantinopla, ciudad azotada por turbulencias religiosas y violentas diferencias de
clase; y por último, las costas del Mar Negro absorbidas
por el imperio zarista ruso, situación que le mereció a Céspedes el verso: «El
remedo del romano imperio dado al bárbaro norte en cautiverio». En fin, una
Europa convulsa en la que el desmoronamiento del edificio de la Santa Alianza
ante las acometidas liberales y de otros signos más radicales, era el rasgo
político distintivo. A Céspedes no pudieron escapársele tan fuertes contrastes:
de un lado, una colonia con un retrógrado sistema de plantaciones en la que
todas las libertades estaban reprimidas y ahogadas. Del otro, el ejercicio de
la constitución, el parlamentarismo, los partidos políticos, las asociaciones
de obreros, la ley, la pluralidad y la difusión de las ideas.
En Cuba
A su regreso a Cuba en 1844, el bayamés ya no
es el mismo joven ingenuo y virginal en materia de política que partió en busca
de su título de abogado. Debido a su viaje por Europa Céspedes dominaba y se
expresaba correctamente en varios idiomas como el inglés, francés y elitaliano. También conocía y manejaba desde pequeño el latín y el griego.
En Bayamo abre un bufete y escribe poemas y un folleto
en el que hace la defensa de Cuba. Hizo la traducción al español de algunos
cantos de La Eneida que nunca publicó y escribe también la
comedia Las dos Dianas. Secretamente inicia sus planes
independentistas. En su ciudad natal fue director de la Sociedad Filarmónica y
de su Sección de Declamación. En 1849 fue síndico
del Ayuntamiento de Bayamo.
A fines del mes de mayo de 1852 Carlos Manuel
de Céspedes se radica en Manzanillo con su familia. En 1856 es elegido
junto a Don Juan Butter y Don Joaquín Muñoz para conformar una Comisión
encargada de modificar el Reglamento de la Sociedad Filarmónica de Manzanillo.
El Reglamento quedó aprobado y protocolizado el 10 de febrero de 1858.
En agosto de 1859 Don Carlos
Manuel de Céspedes había sido designado para ocupar el cargo de vocal Contador
Secretario de la Junta Jurisdiccional de Fomento de Manzanillo. Era también
asesor sustituto de la Ayudantía de Marina y Matrícula del distrito y vocal de
la Junta de Diezmos de la Parroquia de la Villa. En este año ya había estado
preso y desterrado varias veces. Sin embargo, cambios políticos en España
propiciaron condiciones más favorables a los criollos, tratando aquel gobierno
de atraer y conciliar a los desafectos. España intentaba corregir los graves
errores pasados. Tal vez Céspedes aceptara el cargo, por la nueva situación,
aunque también pudo ser para representar los intereses y propiedades de la
familia
Céspedes, dedicado a su labor como abogado, aumentaba
su clientela por el prestigio adquirido en el profundo conocimiento de su
profesión, su vasta cultura, su afabilidad y cortesía en el trato con las
gentes. Colaboró en La Prensa (La Habana), El Redactor (Santiago
de Cuba) y La Antorcha (Manzanillo), donde ocupó, además, el
cargo de redactor.
Ideas independentista
En septiembre de 1867 comenzó a
conspirar en Manzanillo, lugar donde residía, junto a Francisco Vicente Aguilera y Perucho
Figueredo. Más tarde fundó y presidió la Junta Revolucionaria
de Manzanillo.
En el mes de diciembre de 1867 el gobernador de
Manzanillo, Rafael Jerez y Molina recibió un anónimo, escrito en papel de
envolver del que se usa en las bodegas, y en el que se le avisaba de una
proyectada conspiración contra el gobierno y que se iba a dar el grito el día
de Noche Buena. Decía el anónimo informante que los conspiradores contaban con
los negros a los que les darían la libertad, y un machete y un puñal; decía
también que hacía poco se habían introducido 1 500 rifles por la Caimanera o
por la casa de alguien que no se sabe, pues a partir de esa palabra el anónimo
tiene recortadas muchas palabras, como las del nombre del ingenio donde se
reunían todos los días a conspirar, según el informante; pero se entiende
claramente que están de acuerdo los camagüeyanos y parte de los pueblos de
Santiago.
En otro anónimo se dan poco más o menos los mismos
detalles, pero el levantamiento se señala para el día de la Purísima, 8 de
diciembre, o el día de Noche Buena. Se informa:
que tienen embullados a muchos montunos y también hay
un fondo para socorrer a las familias de los conspiradores.
En el informe que el gobernador de Manzanillo envió al
del Departamento Oriental dice que en el anónimo se señala para llevar a cabo
la intentona a don Carlos Manuel de Céspedes, que el primer acto de la revuelta
será tomar el cuartel y poner en él la bandera americana.[3] A través de los informes del gobernador de Manzanillo se deja ver un gran
temor. Su primer acto fue ir a detener a Carlos Manuel de Céspedes, lo que no
realizó por hallarse éste junto al lecho de su esposa gravemente enferma.
Fallecida su esposa, probablemente a principios
de 1868, Carlos Manuel se trasladó al ingenio Demajagua pues por el momento
parecía que su mayor interés consistía en levantar esa finca. Ésta tenía una
magnífica casa de mampostería con amplios portales adornados con columnas. Se
hallaba construida sobre una meseta desde la que se divisaba el mar. A un lado
se hallaba el ingenio y al otro el barracón de los esclavos. Céspedes trasladó
para el ingenio el mobiliario que tenía en su casa de Manzanillo, los cuadros,
la biblioteca, tal como si pensara en una estancia permanente en dicho lugar
dedicado más a las labores del campo que a las del bufete.
En la reunión celebrada en San Miguel de Rompe
el 4 de agosto de 1868 defendió sin éxito el criterio de comenzar de inmediato la
guerra contra España, por considerar que existían condiciones para ello. El 6 de octubre de 1868, en el Ingenio Rosario, fue elegido jefe máximo del
levantamiento armado, el cual se acordó iniciar el 14 de octubre de 1868. No obstante, al conocer que el día 8 le habían cursado un
telegrama al gobernador militar de Bayamo ordenándole su detención y la de los
principales conspiradores, ordenó empuñar las armas y concentrarse en su
ingenio Demajagua durante la noche del día 9.
Guerra de los Diez Años
En Demajagua, al mediodía del 10, arengó a los
reunidos proclamando su determinación de Independencia o Muerte y
proclamó la libertad de sus esclavos. Siguiendo su relato de los sucesos del 10
de octubre dice el general Masó:
El General en Gefe reunió sus esclavos y los declaró
libres desde aquel instante, invitándoles para que nos ayudasen si querían, a
conquistar nuestras libertades; lo mismo hicieron con los suyos los demás
propietarios que le rodeábamos.
Carlos Manuel de Céspedes acababa de entrar en la
inmortalidad al retar el secular poderío español con un puñado de hombres
desarmados.
El domingo 11 de octubre, alrededor de la una de la mañana, partió Céspedes con sus huestes de la
Demajagua. Iba hacia la sierra de Naguas, considerada por él y sus
colaboradores más inmediatos, el primero de ellos Bartolomé
Masó, quien recogió el hecho para la posteridad, como un
lugar adecuado para esperar la incorporación de grupos alzados en varios
lugares de la comarca. Para tomar el camino de ascenso más practicable, el ya
bautizado Ejército Libertador marchó en dirección a Yara, de donde parte
dicho camino. Al anochecer penetraron los patriotas en el pueblo, estrenando el
grito de ¡Viva Cuba libre! Sorpresivamente toparon con una
muralla de fuego. Simultáneamente por el otro extremo del pueblo acababa de
entrar una columna española procedente de Bayamo, la cual recibió a los
confiados libertadores con descargas de fusilería, causando entre ellos primero
el asombro, después la dispersión y entre una y otra cosa la primera baja definitiva
del Ejército Libertador, Fernando Guardia Céspedes y la primera del ejército
colonialista.
La fácil victoria sobre los insurrectos obtenida en
Yara fue participada de modo inmediato a las autoridades superiores de la
colonia y dada a la publicidad como advertencia a desafectos al régimen. Era
desde luego imposible a quienes se vanagloriaban de aquel éxito de las armas
españolas, percatarse de la verdadera significación de aquel encuentro. El caso
es que del mismo surgió la notoriedad de Yara, donde por primera vez los
cubanos probaron su determinación de batirse, aunque fuera con unos cuantos
fusiles anticuados, con el afamado ejército español.
Aquella fue una prueba tremenda para Céspedes, pero
inmediatamente reaccionó ante su primer descalabro. Aquella negra noche del 11
al12 de octubre de 1868, cuando reanudó su marcha hacia la Sierra con un puñado de
hombres, uno de ellos apuntó qué pronto había terminado la empresa iniciada en
La Demajagua. Y según el testimonio de otro de los acompañantes, Céspedes se
irguió sobre los estribos y replicó:
¡Aún quedamos doce hombres; bastan para hacer la
independencia de Cuba!
Ya con las fuerzas incrementadas por los nuevos
alzamientos producidos, tomaron el caserío de Barrancas el 15 de octubre y pusieron sitio a Bayamo a partir del 18, tomándola el 20 de octubre, Céspedes fue acogido por la población como su libertador. Se autoproclamó
capitán general del Ejército Libertador con el objetivo de lograr un nivel acorde con la máxima autoridad
española en la Isla. No obstante, el 29 de enero de 1869, en Tacajó, renunció a
emplear tal denominación.
Aunque era firme defensor de la abolición total de la
esclavitud, se vio precisado a dictar un decreto, el 27 de
diciembre de 1868, en que ésta se establecía de forma
gradual e indemnizada. Con ese gesto intentaba captar a los terratenientes, de
los cuales esperaba obtener recursos que permitieran adquirir las armas
necesarias para la guerra. Durante un receso de la Cámara de Representantes,
firmó el decreto que establecía la abolición de la esclavitud.
Presidente de la República en Armas
En la primera decena de abril de 1869 se dieron
cita en el pueblo de Guáimaro, Céspedes y 10 miembros de su consejo -un
organismo estrenado para evitar la acusación de estar gobernando solo-, con los
miembros de la Asamblea de
Representantes del Centro y de la Junta
Revolucionaria de Las Villas, para discutir la formación de un Gobierno
nacional. Allí se había volcado todo el Camagüey revolucionario y habían concurrido, además de los grupos
representativos de las regiones insurreccionadas, que iban a formar la Asamblea
Constituyente, muchos patriotas llamados a «pasar a la historia»,
como el espirituano Honorato del Castillo, el oriental Francisco Vicente Aguilera, el camagüeyano Ignacio Mora, el pinareño Rafael
Morales, los matanceros hermanos Betancourt, los habaneros
hermanos Sanguily. etc. El ambiente de entusiasmo se caldeaba con la presencia
de muchas familias camagüeyanas. Allí estaban la madre y las hermanas del
generalManuel de
Quesada, una de las cuales sería esposa de Céspedes meses
después; también estaba Ana Betancourt de Mora la cual reclamo para la mujer
cubana los derechos políticos del hombre.
El día 11 quedó constituido la Cámara de
Representantes y el 12 de abril, tomó posesión Céspedes de la Presidencia de la República. Fue entonces
que la Cámara recibió:
una petición suscrita por un gran número de ciudadanos
-dice la resolución adoptada al respecto- en que se suplica a la Cámara
manifieste a la Gran República los vivos deseos que animan a nuestro pueblo de
ver colocada a esta Isla entre los Estados de la federación Norte Americana.
La Cámara, por unanimidad, hizo suya la petición
recibida. Y el Presidente de la República sancionó la ley. El ministro de Cuba
en Estados
Unidos, José Morales Lemus, que por entonces encontraba en congresistas y miembros del Gabinete de
Grant inclinación al reconocimiento de la independencia de Cuba, no creyó
oportuno dar curso al acuerdo pidiendo la anexión.
La iniciativa de pedir la anexión tuvo raíz
camagüeyana. Poco antes de constituirse la República, la Asamblea de
Representantes del Centro había acordado -el 6 de abril de 1869- una petición semejante. Mas la responsabilidad histórica del
acuerdo de la Cámara de Representantes en Guáimaro, recae en cuantos la
aprobaron, entre ellos Céspedes. Las circunstancias prevalecientes desde enero
del 1869, cuando España desató la guerra a muerte, causando tremendas pérdidas
de vidas en Oriente y en Las Villas, autorizaba a
recurrir a cualquier medio, de procurarse recursos para continuar la lucha, y
uno de ellos era conseguir la ayuda norteamericana a cual precio.
Políticamente, lo primero era separarse de España; después habría que ver si el
pueblo renunciaba a su total independencia para sumarse a la federación
norteamericana.
No necesitó Céspedes mucho tiempo para llegar a la
convicción de que nada tenían que esperar los revolucionarios cubanos del
Gobierno deWashington. Así lo revelan dos escritos suyos de 1870.
El primero es un manifiesto «Al pueblo de Cuba»
fechado el 7 de febrero de dicho año; el segundo es una carta a José Manuel Mestre, sucesor de Morales Lemus como representante diplomático de Cuba en Estados
Unidos, de fines de julio.
En el manifiesto expresa:
Al lanzarse Cuba a la arena de la lucha, al romper con
brazo denodado la túnica de la monarquía que aprisionaba sus miembros, pensó
únicamente en Dios, en los hombres libres de todos los pueblos y en sus propias
fuerzas. Jamás pensó que el extranjero le enviase soldados ni buques de guerra
para conquistar su nacionalidad (...)
En la carta de Mestre se aprecia la clarividencia
política de Céspedes. Dice así:
Por lo que respecta a los Estados Unidos tal vez esté
equivocado, pero en mi concepto su gobierno a lo que aspira es a apoderarse de
Cuba sin complicaciones peligrosas para su nación y entretanto que no salga del
dominio de España, siquiera sea para constituirse en poder independiente; éste
es el secreto de su política y mucho me temo que cuanto haga o proponga, sea
para entretenernos y que no acudamos en busca de otros amigos más eficaces o
desinteresados.
Consecuente con su concepto de esa política, Céspedes
alentó a los libertadores cubanos a valerse de sus propios recursos, al par que
incitaba por todos los medios y en todos los tonos a los emigrados auto
titulados revolucionarios para que costearan y enviaran armas a Cuba libre o
acudieran con sus brazos o sus talentos en ayuda de los que aquí libraban lucha
desesperada por derrocar al Gobierno colonial.
Finalmente, el presidente Céspedes retiró la
representación diplomática de Cuba en Estados Unidos, a cargo entonces del
licenciado Ramón Céspedes Barreiro. En carta dirigida al mismo el 30 de
noviembre de 1872, le comunicó dicha
resolución y le explicó su fundamento en los siguientes términos:
No era posible que por más tiempo soportásemos el
desprecio con que nos trata el gobierno de los Estados Unidos, desprecio que
iba en aumento mientras más sufridos nos mostrábamos nosotros. Bastante tiempo
hemos hecho el papel del pordiosero a quien se niega repetidamente la limosna y
en cuyos hocicos por último se cierra con insolencia la puerta. El caso del
Pioneer ha venido a llenar la medida de nuestra paciencia: no por débiles y
desgraciados debemos dejar de tener dignidad.
Así, interpretando el sentir del pueblo revolucionario
de Cuba, Céspedes cerraba el cielo de las vacilaciones y de los cabildeos
anexionistas.
Resultados de su gobierno
Carlos Manuel de Céspedes se oponía a la aprobación de
formas de gobierno en que, por ser extremadamente democráticas y republicanas,
limitaran las atribuciones del ejecutivo y del general en jefe para dirigir la
guerra, pues sostenía con firmeza que para tener República, primero había que
hacer la guerra.
Al asumir la presidencia Céspedes trazo estrategias
para llevar la guerra a toda la Isla, ya fuese por tierra o por mar. Lo antes
dicho se demuestra en las siguientes ideas:
Sustentó la idea de dar un carácter nacional a la
guerra, para ellos nombró, el 1 de junio de 1869, a Domingo
Goicuría en el cargo de jefe de operaciones de Pinar del Río.
Fraguó la idea de invadir el occidente de la Isla, lo
cual sólo pudo materializarse años más tarde. Fue partidario de destruir las
riquezas deEspaña en la Isla de Cuba para socavar sus fuentes de sustento de la guerra.
Trató de llevar la guerra al mar, para lo cual nombró
oficiales de la marina y otorgó patentes de corso. Sostuvo total intransigencia
en cuanto a la conquista de la independencia, siendo muestra de ello el hecho
de que el 15 de febrero de 1871 declaró traidor a todo el que entrara en negociaciones con los
españoles.
Céspedes defendió el método de lucha irregular.
Trabajó por el incremento de las expediciones armadas desde el exterior y
desplegó una extensa actividad diplomática cursando misivas a distintos
gobiernos de América en busca del reconocimiento, tanto para la beligerancia como para la
República en Armas, y su apoyo.
Oposición interna
Difícil le resultó el ejercicio de su gobierno debido
al antagonismo de los miembros de la Cámara de Representantes, quienes le
atribuían una actitud antidemocrática y dictatorial. Se le dificultó ejercer un
verdadero mando, como poder ejecutivo, debido a los arraigos caudillistas y
regionalistas de una gran parte de los jefes.
Muchos se habían convertido en sus enemigos,
fundamentalmente los miembros de la Cámara y los partidarios de Miguel Aldama
agente general de la República en Estados Unidos, quienes tejieron una serie de intrigas en torno a su persona. Aunque
Céspedes fue informado oportunamente sobre la conjura que se tramaba con el
objetivo de sustituirlo de la presidencia, dio muestras del sacrificio de sus
ideas para mantener la unidad que el momento requería.
Sin embargo, esta conjura se materializó el 27 de octubre de 1873, en el campamento de Bijagual, cuando fue depuesto como presidente por los
representantes de la Cámara. El brigadier José de Jesús Pérez, uno de los
hombres alzados en Demajagua el 10 de octubre de 1868 le ofreció sus tropas
para resistir a la Cámara, pero Céspedes no quiso que se produjeran
enfrentamientos entre cubanos por su causa y acató disciplinadamente el hecho
consumado, pues estaba consciente de que oponerse hubiera ocasionado una
división entre los cubanos capaz de destruir la revolución.
Caída en combate
Después de su destitución lo obligaron a acompañar al
nuevo gobierno y a la Cámara durante dos meses. Tras la negativa de
permitírsele salir al extranjero para visitar a su esposa e hijos, se le
confinó a la finca San Lorenzo, en la Sierra Maestra. Hacia allí se dirigió el 27 de diciembre de 1873, sin la debida escolta, pues el gobierno se la negó, la llegada al lugar
se produjo el en la noche del 23 de enero de 1874. En la quietud de
la sierra se dedicó a escribir y a enseñar a leer a los niños.
El 27 de febrero de 1874, una columna española penetró sorpresivamente en San Lorenzo.
En el diario de Céspedes se refleja la llegada de los españoles:
Hoy ha salido un criado en busca de cocos y trae la
noticia de haber llegado una columna española.
Según el historiador Yoel Cordoví Núñez, especialista
del Instituto de Historia de Cuba, los acontecimientos del día 27 sucedieron de la siguiente forma[5]:
El desenlace fatal se avizoraba. El Padre de la
Patria, luego de sus acostumbradas tareas diurnas, incluida la última partida
de ajedrez con su coterráneo Pedro Maceo Chamorro, sale a visitar a algunos
vecinos de la intrincada comarca, en donde enseñaba a leer y escribir a los
niños y dialogaba con los campesinos de la zona. Una niña se aproxima a la casa
de "Panchita" Rodríguez, donde se encontraba Céspedes, y por el
camino descubre la presencia de soldados españoles. Al parecer, una traición
ponía al descubierto su paradero.
El patriota, revólver en mano, sale del bohío. Los españoles emprenden la persecución abriendo fuego.
Un capitán, un sargento y cinco soldados lo persiguen. Los españoles intentan capturarlo vivo, pero el bayamés dispara sin detener la carrera. La hora final llegaba. El sargento Felipe González Ferrer se le encima, y ante un último esfuerzo de Céspedes por neutralizar de un disparo a su rival, el sargento acciona su fusil y a quemarropa le perfora el corazón.
El patriota, revólver en mano, sale del bohío. Los españoles emprenden la persecución abriendo fuego.
Un capitán, un sargento y cinco soldados lo persiguen. Los españoles intentan capturarlo vivo, pero el bayamés dispara sin detener la carrera. La hora final llegaba. El sargento Felipe González Ferrer se le encima, y ante un último esfuerzo de Céspedes por neutralizar de un disparo a su rival, el sargento acciona su fusil y a quemarropa le perfora el corazón.
El coronel del Ejército Libertador Manuel
Sanguily captó todo el simbolismo de la muerte de
Céspedes cuando resumió la misma en poéticas palabras:
Céspedes no podía consentir que a él, encarnación
soberana de la sublime rebeldía, le llevaran en triunfo los españoles, preso y
amarrado como un delincuente. Aceptó sólo, por breves momentos, el gran combate
de su pueblo: hizo frente con su revólver a los enemigos que se le encimaban, y
herido de muerte por bala contraria, cayó en un barranco, como un sol de llamas
que se hunde en el abismo
Así dejaba de existir el iniciador de la guerra de
independencia en Cuba contra el gobierno español. Su cadáver fue conducido
a Santiago de
Cuba, donde se le dio sepultura.
Padre de la Patria
Un hecho que demostró el amor del presidente por la
causa independentista ocurrió en mayo de 1870, cuando el capitán
general de la Isla,Caballero de
Rodas, le envió un mensaje comunicándole que su hijo menor,
Oscar, había sido capturado y condenado a muerte, por lo que le proponía
ofrecerle la vida del joven a cambio de un arreglo personal, cuyas bases se
discutirían posteriormente.
La respuesta de Céspedes fue tajante: Oscar no
es mi único hijo, soy el padre de todos los cubanos que han muerto por la
Revolución. Por tal actitud los cubanos lo proclamaron Padre de la
Patria.