viernes, 3 de octubre de 2014

Barbados: Un crimen sin castigo





    El vuelo 455 de Cubana de Aviación, el cual se dirigía desde la isla de Barbados a la de Jamaica -con destino en la capital cubana de La Habana- fue destruido en un atentado terrorista que tuvo lugar el 6 de octubre de 1976.
    Las 73 personas a bordo de la aeronave, un Douglas DC-8 de fabricación estadounidense, resultaron muertas en el hasta entonces peor ataque de este tipo en el hemisferio occidental. En el luctuoso hecho se utilizaron dos bombas, descritas como dinamita o explosivo C-4.
    La evidencia posterior implicó a varios individuos contrarios a la Revolución del exilio cubano que tenían vínculos con la CIA, además de algunos miembros de la policía secreta venezolana de aquel entonces (la denominada Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención -DISIP-).

    Además, el hecho tuvo rápidamente implicaciones políticas internacionales cuando el gobierno cubano acusó, aunque sin pruebas en concreto, al gobierno de los Estados Unidos de complicidad en el ataque.
     Documentos de la CIA recién desclasificados en 2005 indican que esa agencia estadounidense “tenía inteligencia concreta de avanzada, tan temprano como junio de 1976, sobre planes de grupos terroristas cubanos exiliados, de atacar con una bomba un avión de línea de Cubana”. Por su parte, el antiguo agente de la CIA Luis Posada Carriles negaría haber estado personalmente involucrado en el atentado, pero no obstante proveería varios detalles del mismo en su libro de 1994 Los caminos del guerrero.
    Cuatro hombres fueron arrestados en relación al atentado, y se realizó un juicio al respecto en Venezuela: Freddy Lugo y Hernán Ricardo Lozano fueron sentenciados a 20 años de prisión, pero Orlando Bosch fue finalmente absuelto debido a defectos técnicos en la consecución de las pruebas o evidencia por parte de la fiscalía y ahora vive en la ciudad de Miami, la capital del exilio cubano (al sur del estado de la Florida).
    Por su parte, Luis Posada Carriles estuvo detenido durante ocho años mientras aguardaba una sentencia definitiva, pero eventualmente logró huir. Con posterioridad ingresó a los Estados Unidos, donde estuvo detenido por haber ingresado ilegalmente a su territorio, siendo liberado el 19 de abril de 2007.

El atentado
    El 6 de octubre de 1976, el vuelo CU-455 de Cubana de Aviación partió desde Guyana hacia la capital cubana de La Habana, vía las islas de Trinidad, Barbados y Jamaica. Sin embargo, el avión no logró llegar ni siquiera a Kingston, ya que a las 17:24, sólo nueve minutos después de haber despegado desde el Aeropuerto de Seawell y a unos 18.000 pies de altura, explotó una bomba que estaba escondida en el baño trasero.
    El capitán de ese vuelo, el piloto Wilfredo Pérez Pérez, emitió por radio el siguiente mensaje a la torre de control: «!Tenemos una explosión a bordo, estamos descendiendo inmediatamente!... ¡Tenemos fuego a bordo! ¡Solicitamos aterrizar de inmediato! ¡Tenemos una emergencia total!». La aeronave inició un descenso rápido, mientras ambos pilotos trataban infructuosamente de llevar la aeronave de regreso al Aeropuerto de Seawell.
    Una segunda bomba explotó en el lapso de los siguientes minutos, contribuyendo definitivamente a que el avión se estrellase.
    Como realizar un aterrizaje de emergencia ya no era posible, parece que el capitán decidió enfilar la aeronave hacia el Océano Atlántico, salvando eventualmente las vidas de los turistas que se encontraban en las playas cercanas. El avión finalmente se estrelló a unos 8 km del aeropuerto.
    Las 73 personas a bordo murieron (48 pasajeros y 25 miembros de la tripulación). Según su desglose por nacionalidades, se trató de 57 cubanos, 11 guyanenses y 5 norcoreanos. Entre los fallecidos se encontraban los 24 miembros del equipo nacional juvenil de esgrima cubano, quienes regresaban a Cuba luego de haber ganado todas las medallas de oro en el Campeonato Centromericano y del Caribe; varios de ellos no llegaban ni siquiera a los 20 años de edad.
    Algunos funcionarios cubanos también se encontraban en el avión: Manuel Permuy Hernández, entonces director del Partido Comunista del Instituto Nacional de Deportes (INDER), Jorge de la Nuez Suárez, secretario del PCC para la flota pesquera de camarones Alfonso González, comisionado nacional de deportes con armas de fuego y Domingo Chacón Coello, agente del Ministerio del Interior.

     Por su parte, los 11 pasajeros de Guyana incluían a estudiantes de medicina de sólo 18 y 19 años de edad, además de la joven esposa de un diplomático de ese país sudamericano. Por su parte, los cinco norcoreanos eran funcionarios del gobierno de Kim Il Sung, además de un camarógrafo.

Arrestos
     Horas después de las dos explosiones, las autoridades de Trinidad y Tobago arrestaron a Freddy Lugo y a Hernán Ricardo Lozano, dos hombres venezolanos que habían abordado el avión en Trinidad y que en teoría viajaban a Cuba como destino final, pero que finalmente desembarcaron en la escala intermedia de Barbados, antes de volver a su isla de partida. Evidentemente, se trataba de un movimiento que ya desde entrada resultaba ser muy sospechoso.
    Luego se descubriría que Ricardo había estado previamente viajando bajo una identidad falsa, bajo el nombre de un tal José Vázquez García. Lugo y Ricardo finalmente confesaron, declarando haber actuado bajo órdenes de Luis Posada Carriles. Sus testimonios, además de otras pruebas o evidencias adicionales, implicaron a Posada Carriles junto a otro venezolano, Orlando Bosch.
    El 14 de octubre de 1976, tanto Posada Carriles como Bosch fueron arrestados en Caracas, Venezuela y las oficinas de “Investigaciones Comerciales e Industriales C.A.” (ICICA), una agencia de privada de investigaciones de la que Posada era dueño, fueron allanadas. Allí se encontraron armas, explosivos y un transmisor de radio. Ricardo era un empleado del ICICA cuando se produjo el ataque, mientras que Lugo trabajaba como fotógrafo para el Ministerio de Minas e Hidrocarburos.
    El siguiente 20 de octubre, funcionarios oficiales de Barbados, Cuba, Guyana, Trinidad y Tobago y Venezuela, mantuvieron una reunión en la capital triniteña de Puerto España, durante la cual tomaron de decisión de que se realizase un juicio en tierra venezolana, debido a que esa era la nacionalidad de los cuatro acusados. Poco tiempo después, Lugo y Ricardo fueron deportados a Venezuela.
    El 25 de agosto de 1977, la juez Delia Estava Moreno derivó el caso a un tribunal militar, acusando a los cuatro conspiradores de haber cometido y traición. Tres años después, en septiembre de 1980, un juez militar venezolano absolvió a los cuatro hombres.
    El fiscal apeló, argumentando que una corte militar era el foro judicial equivocado para juzgar el caso por dos razones: ninguno de los hombres acusados tenía grado militar alguno en 1976, y el delito de homicidio calificado no puede ser juzgado por un tribunal militar, sino por uno penal común.
    Por lo tanto, la Corte Militar de Apelación acordó declararse incompetente y renunciar a su jurisdicción respecto del eventual procesamiento de los sospechosos por parte de la misma. El juez sentenció que los acusados “son civiles y los crímenes que se les imputa están regidos por el Código Penal (y no por el de justicia militar)... Los delitos comunes no están sujetos a las disposiciones del Código de Justicia Militar...”
     Los cuatro fueron entonces acusados, ante la Corte Penal N° 11 de Venezuela, de los cargos de homicidio agravado. El 8 de agosto de 1985, el juez Alberto Pérez Marcano sentenció a Lugo y a Ricardo a cumplir 20 años de prisión cada uno. No obstante, el juez se abstuvo de aplicar una pena mayor “debido a la circunstancia de no tener un prontuario criminal previo”.
   Con respecto a Orlando Bosch Ávila, éste fue finalmente absuelto porque las pruebas recolectadas por las autoridades de la pequeña isla de Barbados durante el transcurso de la investigación no pudieron ser utilizadas en el juicio que se había previamente iniciado en Venezuela, ya que fueron presentadas demasiado tarde y aún no habían sido traducidas del inglés al español.
     Por otro lado, Posada Carriles huyó de la penitenciaría de San Juan de los Morros en víspera de que el tribunal pronunciase su sentencia. Justamente había sido confinado a esa prisión luego de dos fallidos intentos de fuga anteriores. Posteriormente se alegaría que las autoridades venezolanas implicadas en su detención habían sido sobornadas para ayudarlo a escapar, o que le habrían permitido hacerlo.

     En esas nuevas condiciones, no se pudo alcanzar ningún veredicto contra él porque, según el Código Penal entonces vigente en Venezuela, un proceso judicial no podía ser en ausencia (in absentia) y por el contrario requería la presencia del acusado durante la sustanciación del mismo. La Corte entonces emitió una orden de detención contra él, la cual en noviembre de 2005 aún se encontraba pendiente.

    Otro juez ordenó que el fuese revisado por una Corte de Apelación. El entonces gobierno venezolano declinó apelar el caso, y en noviembre de 1987 Orlando Bosch Ávila fue liberado. Había cumplido 11 años de prisión, a pesar de haber sido absuelto, no una sino dos veces. Por su parte, Lugo y Lozano fueron finalmente liberados en 1993 y continuaban residiendo en Venezuela. Por su parte, Posada Carriles huyó a Panamá, el terrorista más connotado de América está protegido y gozando de plena libertad en Miami, paseándose por las calles como “héroe maldito” de la extrema derecha cubana.
El crimen de Barbados hasta ahora sigue impune. Seis de Octubre. Un día de dolor, infamia y vergüenza. Hasta un día.

miércoles, 1 de octubre de 2014

José Martí latinoamericanista




José Martí es el Apóstol de nuestra independencia, es una figura que todos los cubanos y los latinoamericanos debemos conocer. Él fue un hombre muy preocupado por los destinos de la América que había sido colonizada por los españoles, esa que hoy conocemos como América Latina y él llamó Nuestra América.

¿Por qué la llamó Nuestra América? Él decía que la América de habla hispana era una sola, con muchas cosas en común entre nuestros pueblos y muy diferentes a la América de habla inglesa, que era la otra América, con otros intereses, cultura y costumbres.

 A lo largo de buena parte de su vida José Martí escribió mucho para los periódicos de los países de América Latina: Argentina, Venezuela, México, etc. Y siempre trató de enseñarles a los pueblos de esos países, cómo era la vida en los Estados Unidos, de que forman vivían, sus preocupaciones por el dinero y la falta de sentimientos elevados como la solidaridad,  el desinterés material, altruismo, la filantropía o la generosidad, como cualidades  de la sociedad.

 Les advirtió que en ese país había hombres poderosos que querían dominar a las naciones de Latinoamérica y someterlas política y económicamente, así como arrebatarle sus riquezas. En los social esta clase rica de esa nación, veía a las sociedades de Nuestras América como inferiores, incapaces de trabajar para desarrollarse e interesados solo por las diversiones y el placer.

 Por esta razón Martí abrazó la idea bolivariana de unir a todos los países de América Latina en una sola nación para poder avanzar e impedir ser dominados por el “norte revuelto y brutal que nos desprecia”, como el calificó a los Estados Unidos.

 En su última carta al mexicano Manuel Mercado, el 18 de mayo de 1895, un día antes de caer en combate, Martí le expresó a su amigo sus preocupaciones políticas, por las intenciones del imperialismo yanqui para dominar a nuestros países y le dice: “Cuanto hice hasta hoy y haré es para eso”…”viví en el monstruo y le conozco su entrañas y mi honda es la de David”

 Ese es nuestro José Martí el hombre que no solo luchó por liberar a Cuba del colonialismo español, sino para impedir que los norteamericanos dominaran a la América Latina, esa que él quería próspera, feliz y unida y que hoy recoge su honda para enfrenta al “Gigante de siete leguas”

PANCHA: ENTRE TRES CENTURIAS DE AMOR

Cuba celebra hoy el Día Internacional del Adulto Mayor con una serie de estrategias dirigidas a garantizar una longevidad activa y satisfactoria de su población El enfoque humanista de la sociedad y la atención diferenciada brindada a los grupos poblacionales que más lo necesitan, continúa actualmente en la agenda de las autoridades de la isla caribeña.Cabe destacar que las políticas implementadas desde 1959 permitieron un incremento del índice de esperanza de vida.



Sirva este modesto trabajo priodístico un homenaje a los adultos mayores cubanos.

 

LUIS SÁNCHEZ DEL TORO    Fotos: Jorge Luis Guibert
 
Francisca Muñoz Vera, una mujer serrana de 105 años, dice sentirse por estos tiempos más vieja que ayer, a la vez que más joven que mañana,  cuando de años se trate. El pasado 25 de agosto celebró su cumpleaños, pero esta vez de manera especial en su natal comunidad de Ti Arriba, histórico y abrupto terruño serrano, perteneciente al municipio de Songo-La Maya.


Se antojó de reunirse nuevamente con su numerosa familia, vecinos del barrio y en particular con sus amigas de la infancia Sara Orozco Rodríguez y Ofelia Dominico Castellanos, de 102 y 100 años, respectivamente, con quienes compartió momentos de felicidad y mucha dicha de gozar a plenitud una vida centenaria en pleno Siglo XXI.
Entre anécdotas, recuerdos, chistes y remembranzas de los duros tiempos de antaño fluyó el agasajo dispuesto a Francisca o Pancha, como cariñosamente la conocen todos por esta demarcación. Conversaron estas veteranas con mucha lucidez acerca de los esposos, la crianza de los hijos, los exigentes quehaceres de la casa y el campo, así como la estrecha vinculación a la Revolución como trabajadoras agrícolas, federadas y cederistas.
En ningún momento las vimos arrepentirse de nada, a no ser de tener más fuerza para poder aportar a la sociedad cubana, de ahí que por momentos afloraran en sus ojos algunas lágrimas de alegría, mientras de sus labios brotaran una verbo que siempre  acompañó sus vidas: amor.
Dice Panchita que en este histórico sitio nació en 1909, además de crecer, casarse y tener nueve hijos, además de rememorar la miseria, el hambre y la pobreza, entre otros males que acompañaban a los hombres y mujeres del campo antes del triunfo de la  Revolución.
Su coherente y armonioso diálogo, aún asombra a muchos que tuvimos la dicha de celebrar su centuria en el popular barrio de Portuondo, en la ciudad de Santiago de Cuba. Su trayectoria es imposible de resumir, pero si podemos destacar sus labores como recogedora de café, lavandera o cocinera para ganarse la vida y contribuir al sustento de la familia, por eso expresa con preocupación que “quién fue que inventó eso que el trabajo mata”.
Su vitalidad es envidiable, manifiesta sentirse fuerte aunque no oculta que en ocasiones tiene dolores en las piernas, sin embargo su andar con el bastón es ágil y seguro, lo que le permite desplazarse en la casa y disfrutar de un buen juego de pelota o un programa en la televisión, escuchar la radio y hasta coser de vez en vez.

Se regocija de nunca ser enfermiza y solo estar hospitalizada en dos ocasiones, como consecuencia de una operación de la hernia. “En Ti Arriba se multiplican mis deseos de vivir, el aire puro, su naturaleza y la gente que me rodea, entre ellas mis amigas Ofelia y Sara, seguiremos añadiéndoles años a estas tres centurias de amor”, dijo finalmente con una sonrisa en los labios.