miércoles, 1 de octubre de 2014

José Martí latinoamericanista




José Martí es el Apóstol de nuestra independencia, es una figura que todos los cubanos y los latinoamericanos debemos conocer. Él fue un hombre muy preocupado por los destinos de la América que había sido colonizada por los españoles, esa que hoy conocemos como América Latina y él llamó Nuestra América.

¿Por qué la llamó Nuestra América? Él decía que la América de habla hispana era una sola, con muchas cosas en común entre nuestros pueblos y muy diferentes a la América de habla inglesa, que era la otra América, con otros intereses, cultura y costumbres.

 A lo largo de buena parte de su vida José Martí escribió mucho para los periódicos de los países de América Latina: Argentina, Venezuela, México, etc. Y siempre trató de enseñarles a los pueblos de esos países, cómo era la vida en los Estados Unidos, de que forman vivían, sus preocupaciones por el dinero y la falta de sentimientos elevados como la solidaridad,  el desinterés material, altruismo, la filantropía o la generosidad, como cualidades  de la sociedad.

 Les advirtió que en ese país había hombres poderosos que querían dominar a las naciones de Latinoamérica y someterlas política y económicamente, así como arrebatarle sus riquezas. En los social esta clase rica de esa nación, veía a las sociedades de Nuestras América como inferiores, incapaces de trabajar para desarrollarse e interesados solo por las diversiones y el placer.

 Por esta razón Martí abrazó la idea bolivariana de unir a todos los países de América Latina en una sola nación para poder avanzar e impedir ser dominados por el “norte revuelto y brutal que nos desprecia”, como el calificó a los Estados Unidos.

 En su última carta al mexicano Manuel Mercado, el 18 de mayo de 1895, un día antes de caer en combate, Martí le expresó a su amigo sus preocupaciones políticas, por las intenciones del imperialismo yanqui para dominar a nuestros países y le dice: “Cuanto hice hasta hoy y haré es para eso”…”viví en el monstruo y le conozco su entrañas y mi honda es la de David”

 Ese es nuestro José Martí el hombre que no solo luchó por liberar a Cuba del colonialismo español, sino para impedir que los norteamericanos dominaran a la América Latina, esa que él quería próspera, feliz y unida y que hoy recoge su honda para enfrenta al “Gigante de siete leguas”

PANCHA: ENTRE TRES CENTURIAS DE AMOR

Cuba celebra hoy el Día Internacional del Adulto Mayor con una serie de estrategias dirigidas a garantizar una longevidad activa y satisfactoria de su población El enfoque humanista de la sociedad y la atención diferenciada brindada a los grupos poblacionales que más lo necesitan, continúa actualmente en la agenda de las autoridades de la isla caribeña.Cabe destacar que las políticas implementadas desde 1959 permitieron un incremento del índice de esperanza de vida.



Sirva este modesto trabajo priodístico un homenaje a los adultos mayores cubanos.

 

LUIS SÁNCHEZ DEL TORO    Fotos: Jorge Luis Guibert
 
Francisca Muñoz Vera, una mujer serrana de 105 años, dice sentirse por estos tiempos más vieja que ayer, a la vez que más joven que mañana,  cuando de años se trate. El pasado 25 de agosto celebró su cumpleaños, pero esta vez de manera especial en su natal comunidad de Ti Arriba, histórico y abrupto terruño serrano, perteneciente al municipio de Songo-La Maya.


Se antojó de reunirse nuevamente con su numerosa familia, vecinos del barrio y en particular con sus amigas de la infancia Sara Orozco Rodríguez y Ofelia Dominico Castellanos, de 102 y 100 años, respectivamente, con quienes compartió momentos de felicidad y mucha dicha de gozar a plenitud una vida centenaria en pleno Siglo XXI.
Entre anécdotas, recuerdos, chistes y remembranzas de los duros tiempos de antaño fluyó el agasajo dispuesto a Francisca o Pancha, como cariñosamente la conocen todos por esta demarcación. Conversaron estas veteranas con mucha lucidez acerca de los esposos, la crianza de los hijos, los exigentes quehaceres de la casa y el campo, así como la estrecha vinculación a la Revolución como trabajadoras agrícolas, federadas y cederistas.
En ningún momento las vimos arrepentirse de nada, a no ser de tener más fuerza para poder aportar a la sociedad cubana, de ahí que por momentos afloraran en sus ojos algunas lágrimas de alegría, mientras de sus labios brotaran una verbo que siempre  acompañó sus vidas: amor.
Dice Panchita que en este histórico sitio nació en 1909, además de crecer, casarse y tener nueve hijos, además de rememorar la miseria, el hambre y la pobreza, entre otros males que acompañaban a los hombres y mujeres del campo antes del triunfo de la  Revolución.
Su coherente y armonioso diálogo, aún asombra a muchos que tuvimos la dicha de celebrar su centuria en el popular barrio de Portuondo, en la ciudad de Santiago de Cuba. Su trayectoria es imposible de resumir, pero si podemos destacar sus labores como recogedora de café, lavandera o cocinera para ganarse la vida y contribuir al sustento de la familia, por eso expresa con preocupación que “quién fue que inventó eso que el trabajo mata”.
Su vitalidad es envidiable, manifiesta sentirse fuerte aunque no oculta que en ocasiones tiene dolores en las piernas, sin embargo su andar con el bastón es ágil y seguro, lo que le permite desplazarse en la casa y disfrutar de un buen juego de pelota o un programa en la televisión, escuchar la radio y hasta coser de vez en vez.

Se regocija de nunca ser enfermiza y solo estar hospitalizada en dos ocasiones, como consecuencia de una operación de la hernia. “En Ti Arriba se multiplican mis deseos de vivir, el aire puro, su naturaleza y la gente que me rodea, entre ellas mis amigas Ofelia y Sara, seguiremos añadiéndoles años a estas tres centurias de amor”, dijo finalmente con una sonrisa en los labios.



viernes, 20 de junio de 2014

EL TITÁN DE BRONCE





  El pasado 14 de junio, el Mayor General Antonio Maceo Grajales, cumpliría 169 años de su natalicio. Un momento oportuno para rendir un merecido homenaje a su vida, patriotismo y amor por la libertad de Cuba.


Vida y epopeya de Antonio Maceo


    Al igual que en campo de batalla, el héroe militar cubano Antonio Maceo alcanzó también desde joven protagonismo como conductor político de la nación cubana hacia la independencia absoluta...
   El primogénito de los Maceo Grajales, Antonio de la Caridad vino al mundo el 14 de junio de 1845.
   Como guerrero incansable, se calcula que intervino en más de 600 acciones combativas, entre las que se cuentan alrededor de 200 combates de gran significado.
   Al igual que en campo de batalla, el héroe militar cubano Antonio Maceo alcanzó también desde joven protagonismo como conductor político de la nación cubana hacia la independencia absoluta de España y Estados Unidos, fiel a su código de honor y patriotismo. De origen campesino, mestizo y autodidacta, este prócer, nacido a mediados del siglo XIX, inscribe su nombre entre los guerreros excepcionales del mundo en una epopeya que marcó su cuerpo con 27 heridas -de bala y arma blanca-, 21 de ellas en la primera guerra independentista.
   Arriesgó su vida en más de 600 acciones combativas, de ellas unos 200 combates y batallas importantes, y atentados urdidos por el colonialismo español.
   Entre sus grandes proezas estuvo la Campaña de la Invasión a Occidente (22 de octubre de 1895-22 de enero de 1896), que llevó la guerra desde el oriente del país a Mantua, Pinar del Río, en la parte occidental, uno de los objetivos sin alcanzar en las contiendas anteriores.
   Maceo, lugarteniente general, y el general en jefe Máximo Gómez burlaron en el primer año de la Guerra del 95 a 182 mil soldados españoles -25 mil destacados tras el rastro de los invasores-, que mandaban 42 generales.
   Sus padres Marcos y Mariana, pardos libres y pequeños propietarios agrarios, ya participaban en las labores conspirativas y se incorporaron en 1868 a la causa independentista con toda la familia.
   El primogénito de los Maceo Grajales, Antonio de la Caridad vino al mundo el 14 de junio de 1845, en Santiago de Cuba, y sufrió de las discriminaciones frecuentes contra su clase en una sociedad esclavista colonial.
   Combatió en dos sangrientas guerras contra fuerzas superiores del Ejército Español, la de los Diez Años (1868-1878) y la de Independencia de 1895 hasta su heroica muerte en combate, el 7 de diciembre de 1896, a la edad de 51 años.
   Casi sin tregua, durante el periodo entre guerras, tomó parte en planes conspirativos para reanudar la lucha y sirvió como general de división en el ejército hondureño (1881).
   En Honduras fue también juez suplente del Tribunal Supremo de Guerra y comandante militar en Omoa y Puerto Cortés.

HAZAÑAS DEL HEROE Y DE LA FAMILIA HEROICA

  Dos días después de estallar la Revolución de 1868, Antonio Maceo secunda el alzamiento con sus hermanos José y Justo, a la edad de 23 años; solo contaba con los atributos de buen jinete y diestro en el machete de defensa personal.
   Al conocerse del pronunciamiento independentista de Carlos Manuel de Céspedes, el 10 de octubre de ese año, la madre de los Maceo reunió a su numerosa familia -hijos del primer matrimonio Regueyferos Grajales y del segundo Maceo Grajales- y a todos hizo jurar: libertar la patria o morir por ella.
   Los primeros en morir fueron el capitán abanderado Justo Regueyferos Grajales (1843-1868), fusilado tras caer prisionero, y el tronco familiar, Marcos Maceo, gravemente herido en combate el 14 de mayo de 1869 y fallecido en un hospital de montaña.
   José Marcelino (1849-1896), quien peleó en las tres guerras independentistas y estuvo preso en las cárceles españolas, y Antonio Maceo Grajales (1845-1896), llegaron a mayores generales y ambos murieron en combate.
   Antonio Maceo ascendió a fuerza de inteligencia natural y coraje, grado a grado, mientras otros comenzaron siendo generales como caudillos de la conspiración independentista.
   Disciplinado y atacador, fue nombrado sargento en el primer combate en Ti Arriba (la noche de su alzamiento), teniente, el 20 de octubre y capitán abanderado, el 10 de diciembre del propio año.
    En la defensa de la ciudad de Bayamo es ascendido a comandante, el 16 de enero de 1869, y 10 días más tarde, a teniente coronel, en un momento de acciones constantes contra el enemigo más numeroso y mejor armado.

    El joven mambí llega a coronel el 22 de marzo de 1872, con antigüedad reconocida desde el 30 de octubre de 1871, y a general de brigada, el 8 de junio de 1873; recibe las estrellas de mayor general, el 6 de mayo de 1877.
   Cumplieron el juramento los hijos de Mariana; los varones como combatientes y las hembras, enfermeras y auxiliares del Ejército Libertador, junto a su madre y la esposa de Antonio, María Cabrales.
   Casi niños perecieron en combate Julio (1854- 1870), subteniente de 16 años, y Miguel (1852- 1874), teniente coronel de 21 años, destacados ambos en numerosas acciones.
   Rafael Maceo Grajales (1850-1882), brigadier, veterano del 68 y de la Guerra Chiquita, falleció en la prisión española de Chafarinas, Africa, víctima de pulmonía.
   Felipe Regueyferos Grajales (1832-1901), teniente coronel, veterano del 68 y de la Guerra Chiquita, sufrió prisión en las cárceles españolas; resultó herido en más de 10 combates cuyas consecuencias padeció hasta su fallecimiento.
  Tomás Maceo Grajales sobrevivió a las tres guerras independentistas cubanas, incapacitado en campaña en la primera.

ACCIONES POLITICAS

    A la edad de 32 años, Antonio Maceo revela su talla política y moral en la Protesta de Baraguá, el 15 de marzo de 1878, al rechazar la paz sin independencia y sin abolición de la esclavitud, que ofrecía España, muertos los patricios de la Revolución de 1868.
   En entrevista con el jefe de operaciones del Ejército Español en Cuba, Maceo y un nutrido grupo de patriotas se opusieron al llamado Pacto del Zanjón, aceptado por otros combatientes en febrero de ese año.
    Según testigos, ante la insistencia de Arsenio Martínez Campos, de leerles el texto del Pacto, Maceo exclamó: ¡Guarde usted ese documento que no queremos saber de él! Es decir -dijo el general español-, que no nos entendemos. ¡No!, replicó el cubano, no nos entendemos.

   En una proclama a los habitantes del Departamento oriental, el 25 de marzo de ese año, reafirma su convicción en la política antiesclavista.
   Expresa: "Debemos formar una nueva república asimilada con nuestra hermana la de Santo Domingo y Haití", "Los grandes espíritus de Washington, La Fayette y Bolívar, libertadores de los pueblos oprimidos, nos acompañan y están con nosotros".
   Su pensamiento se descubre en su abundante epistolario como en la carta a su amigo Anselmo Valdés, un cubano residente en Honduras, el 6 de julio de 1884: "La patria soberana y libre es mi único deseo, no tengo otra aspiración".
   "Cuando Cuba sea independiente, solicitaré al Gobierno que se constituya, permiso para hacer la libertad de Puerto Rico, pues no me gustaría entregar la espada dejando esclava esa porción de América", afirma.
   El de 14 de julio de 1896, Maceo escribió al coronel mambí Federico Pérez Carbó: "De España jamás esperé nada, siempre nos ha despreciado, y sería indigno que se pensase en otra cosa. La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide; mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos".
  "Tampoco espero nada de los (norte) americanos; todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin su ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso..." 

miércoles, 28 de mayo de 2014

EL CORINTHIA: UNA HONROSA EXPEDICIÓN





    
El 28 de mayo para la historia de Cuba es una fecha triste, que recoge la ignominia y la afrenta pública de la patria adolorida por el actuar criminal del presidente de turno de aquella República al quitarle la vida a 16 prisioneros indefensos.
     El líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz en el discurso pronunciado en homenaje a los mártires del Corinthia (en el 1959) explicaba la diferencia entre los que "odian y fundan":
    Porque una de las costumbres que el tirano –Fulgencio Batista-  inculcó en su soldadesca, uno de los vicios más repugnantes que desde el 4 de septiembre se apoderó de los institutos armados, fue la cobardía y el vicio de asesinar a los prisioneros.
    Continuó diciendo:
    Esta práctica nunca la realizaron los rebeldes y a pesar de que cientos de nuestros compañeros fueron asesinados, tuvimos siempre la calma y la serenidad de no infringir ni una sola vez nuestro criterio de que al prisionero no se le asesina, de que al prisionero no se le maltrata, de que al herido no se le remata. Y esa es una norma mantenida por los revolucionarios durante toda la guerra que duró dos años, y que tiene tanto o más mérito cuando se piensa en lo diferente que fue la conducta de nuestros enemigos. Asesinaban no solo por asesinar, asesinaban hasta por mentir, asesinaban para fingir una victoria. Muy poco respeto experimentaban por la vida humana, que hasta para obtener grados asesinaban; para obtener grados asesinaron a los expedicionarios del Corinthia, y para obtener grados en una sola tarde asesinaron en El Oro de Guisa a 54 campesinos
   El 19 de mayo de 1957, zarpó desde Miami rumbo a Cuba el yate Corynthia conduciendo a un grupo de jóvenes revolucionarios, la mayoría pertenecientes a la Organización Auténtica (OA) comandados por Calixto Sánchez Whyte, con la intención de desembarcar en un punto de la costa oriental de la isla, próximo a Baracoa, y abrir un nuevo Frente guerrillero.
    Los expedicionarios sufrieron las penalidades de una navegación con mal tiempo, por espacio de cuatro días. Esta circunstancia, unida a la poca experiencia del maquinista que fungía como patrón, impidió el desembarco por el lugar proyectado
    El día 23 de mayo de 1957, pescadores que se encontraban en Los Coquitos, en la costa norte del Cayo Saetía, Nicaro, ayudaron a desembarcar a los expedicionarios, quienes indagaron cómo llegar a la Sierra Cristal. Así, en dos grupos, uno por tierra y el otro por mar, los condujeron hasta la playita de La Llanita.
    Luego, en pequeños grupos cruzaron en botes el canal de Boca de Carenerito, con el propósito de llegar hasta Dos Bahías, en tierra firme, donde descansaron. Esa fue la última vez que los pescadores los vieron.
   Los expedicionarios reemprendieron la marcha hacia el sur para tratar de alcanzar las estribaciones de la Sierra Cristal. Las condiciones físicas del grupo rebelde eran pésimas. Al cansancio, la fatiga y los pies llagados debido a la agotadora jornada de cinco horas, se unía la angustia de no poder contar con un guía que los condujera a un lugar seguro.
   Dos hombres plantearon que no querían seguir y otros dos se rezagaron. A los primeros los pusieron bajo custodia como medida de seguridad y a los otros se les autorizó a que descansaran y que después alcanzaran al resto del grupo. Fernando Virelles quedó al frente de los cuatro hombres. El grueso del contingente continuó la marcha.
    Los cinco hombres que quedaron se sentaron a descansar. Pronto los venció el sueño. Cuando Virelles se despertó con los primeros claros del día, descubrió que los dos hombres bajo custodia habían escapado. Rápidamente se alejó del lugar con los otros dos expedicionarios.
    Aproximadamente a esa hora, los pescadores habían llegado al Faro de Saetía, distante unos 8 kilómetros del lugar del desembarco, a dar cuenta a la Marina de Guerra, de acuerdo con lo que le habían indicado los expedicionarios. De inmediato fueron alertados el Puesto Naval de Antilla y el Escuadrón 84 de la Guardia Rural de Mayarí, acerca de lo que habían informado los pescadores, y se cursó un radiograma a la Jefatura de la Marina de Guerra en La Habana.
   Tras desembarcar por Cabonico, Mayarí (al norte de la antigua provincia de Oriente),  la expedición dirigida por Calixto Sánchez White (al frente de un grupo de jóvenes del Partido Auténtico) fue perseguida de inmediato por tropas del Regimiento de Holguín. Dichas tropas estaban al mando del connotado asesino Fermín Cowley Gallego (el autor de la “noche del terror), quien recibía la orden del presidente Batista (desde La Habana) de exterminar a los osados combatientes e impedir a toda costa que el frente auténtico se hiciera fuerte en la "Sierra Cristal".  
    El ejército con una diferencia de 30 soldados por cada expedicionario logró cercarlos, próximo al poblado de Cabonico, cercano a las comunidades de Téneme y Barredera. El capitán Pablo Cárdenas Taylor, por órdenes del coronel Cowley, asesinó a los combatientes prisioneros. Este hecho estremeció al pueblo de Cuba.
Asesinato
Mártires del Corinthia
   El 28 de mayo de cada año se cumple un aniversario más de la masacre perpetrada por el expresidente cubano Fulgencio Batista. El pueblo de Cuba no olvida a sus mártires y rendirá por siempre eterno tributo de recordación y homenaje a los caídos por la independencia de la patria. Entre los mártires caídos en Corinthia se encuentran:


    En la actualidad existen algunos centros educacionales en el país que llevan gloriosamente el nombre Mártires del Corinthia, como es el caso de una escuela ubicada en la zona urbana del municipio Vertientes, en la provincia Camaguey.
   Fragmentos de discurso pronunciado por el comandante Fidel Castro Ruz, durante la inhumación de los restos de los expedicionarios del “Corinthia
    …Y aquel desembarco fue para nosotros, que en aquel instante éramos un grupo muy reducido de hombres, un motivo de aliento y un motivo de agradecimiento por lo que implicaba de solidaridad con los que estábamos combatiendo en Cuba desde hacía varios meses.
     Tan pronto tuvimos noticias de aquel desembarco, que ya teníamos la experiencia de lo que podía ocurrirles en los primeros instantes, el grupo nuestro, que en aquellos momentos no llegaba todavía a los cien hombres, trató de brindarles colaboración. Y encontrándonos en aquellos días cerca de una guarnición enemiga fuertemente atrincherada, decidimos atacarla con el propósito de aliviar la situación del grupo que acababa de desembarcar, puesto que sabíamos por experiencia que el enemigo siempre dirigía el grueso de sus fuerzas contra cualquier brote de esa índole, que implicara el establecimiento de un segundo frente en la provincia de Oriente. Recordamos perfectamente bien cómo con la idea de que íbamos a colaborar y a socorrer de algún modo a aquel grupo expedicionario, preparamos el ataque al cuartel de El Uvero el 28 de mayo de 1957.
    Aquel día, el ataque del grupo de la Sierra Maestra obtuvo un éxito de los mayores, por ser de los primeros y por ser de los hechos que más fortalecieron nuestra hueste; uno de los mayores triunfos de nuestras fuerzas, por cuanto se hicieron al enemigo 11 muertos, 19 heridos y 14 prisioneros no heridos, que hacían ascender a 33 el número total de prisioneros.
    Creíamos que con aquel ataque estábamos ayudando al grupo de compañeros que había desembarcado por el norte de la provincia; sin embargo, ya en esos instantes ellos habían sido hechos prisioneros.    De donde se pueden comparar, por los hechos que sucedieron con posterioridad, los dos pensamientos y las dos conductas que animaron a los hombres de uno y otro bando. Nosotros habíamos hecho ese mismo día, 19 prisioneros heridos que recibieron inmediatamente el tratamiento de nuestros médicos; que fueron asistidos en lugares seguros para que sus propios compañeros los fuesen a recoger, por cuanto nuestros medios de asistencia médica no podían garantizar en ningún sentido la vida de aquellos hombres que habían sido heridos en combate que se habían rendido a nuestras fuerzas.'
      Con los 14 prisioneros que por razones de seguridad estuvieron tres días con nosotros compartimos nuestros alimentos y, al final, puesto que no podíamos alimentarlos en la Sierra Maestra, nos vimos en la disyuntiva de tener que mantenerlos prisioneros en condiciones duras o ponerlos en libertad, y optamos por ponerlos en libertad.            Fueron 33 hombres que debieron su vida al pensamiento que animaba a los que estaban luchando por liberar la patria de la tiranía, 33 hombres que no recibieron vejación alguna, que no fueron maltratados ni de obra, ni de palabra, a pesar de que aquel combate nos había costado 15 bajas, a pesar de que entre esas bajas siete eran compañeros muertos en acción, de los más valerosos de nuestra tropa. Nosotros pusimos en libertad a los prisioneros y curamos a los heridos….”